¿Retoña la luz en América Latina?

Grandes avenidas repletas por cientos de miles de personas desafiando leyes marciales, toques de queda y la presencia amenazante de policías y militares.

He ahí los ejemplos de un Ecuador comandado por alguien más invalidado de su honor que de la locomoción.

De un Chile donde sus carabineros, formados en la era de Augusto Pinochet, ante la vista horrorizada de sus padres, llegan a detener a centenares de infantes.

Incluso a quemar en plena calle, con venenosos gases lacrimógenos, un brazo de Paola Dragmi, valerosa periodista de Telesur.

Junto a ello, la soldadesca de Sebastián Piñera hirió siete veces a un representante del Instituto Chileno de los Derechos Humanos que cumplía su noble labor.

Mujeres han sido desnudadas y violadas por esas fuerzas de asalto y crecido los muertos y quienes han perdido la vista a tiros.

Las denuncias por asesinatos y torturas han hecho recordar la tenebrosa noche pinochetista.

A pesar de todo, ¿cuál ha sido la respuesta de un gran número de chilenos? Volver a la carga.

¿Y la gran prensa y televisión del continente?

Silencio, mencionar desmanes a los que ha empujado la frivolidad oficial, pero ignorar la barbarie que, de una u otra forma, en las sombras aplaude Donald Trump.

Una gran crisis recorre América Latina.

¿Quién allí, con un ripio de vergüenza, se atreve hoy a insistir en la validez de términos como democracia, libertad de prensa y respeto a los derechos humanos?