Putin, quien salvó del caos a Rusia

El pueblo ruso, disciplinado, y que no olvida, dio nuevamente su respaldo al gobierno de Vladimir Putin en la consulta constitucional celebrada en la Federación, en virtud de lo cual fueron aprobadas 206 enmiendas, entre ellas la posibilidad de un nuevo mandato del actual presidente. 

El apoyo al referendo fue aplastante, con una gran participación de 208 millones de personas, 77,8% del electorado y con casi el 79% votando por el “sí”.

Como de costumbre, la propaganda de los medos masivos de Occidente tergiversó el propósito de la consulta, achacándola a los deseos de Putin de permanencia, pero la oposición fue solo de un partido ultraderechista; también los dos partidos comunistas, pero porque deseaban que las enmiendas fueran más profundas.

De todas maneras, el resultado avala propuestas para fortalecer la soberanía, la política, la economía y la cultura del país, con cuestiones sólidas en el ámbito social, y reitera una política de no permitir injerencia externa en sus asuntos y el mantenimiento y defensa de sus límites territoriales frente a las amenazas del imperialismo y sus cómplices.

Todo  ello es una consecuencia de la política de Putin de revalidar una política exterior en la que ha establecido una estrecha alianza antihegemónica con China, rechazado todo tipo de amenazas imperialistas, las sanciones, el bloqueo y hostigamiento contra Cuba, Venezuela, Irán y Siria, a la cual ha brindado un respaldo activo en el enfrentamiento a la agresión de más de diez años del imperialismo norteamericano, sus aliados europeos, Israel, las satrapías del Golfo y grupos terroristas como el Estado Islámico, organizado, financiado y armado por Estados Unidos.

Tal posición es consecuente ante la amenaza atómica norteamericana y la comprensión del por qué la República Popular Democrática de Corea se ve obligada a utilizar la disuasión nuclear para protegerse de continuas amenazas imperialistas.
                                   
Los conceptos propios de la política rusa y que se avanza con las enmiendas constitucionales aseguran la protección de los individuos, la sociedad y el Estado, con conceptos como la democracia soberana, el poder vertical y la recuperación del control de recursos estratégicos como la energía, que la caótica etapa de Boris Yeltsin había dejado en manos de unos pocos oligarcas.                                                                                                        

Al mismo tiempo que trata de crear las condiciones externas favorables para la modernización y asegurar la competitividad del país en un mundo global, Rusia promueve buenas relaciones de vecindad para ayudar a eliminar los focos de conflicto y prevenir la aparición de otros nuevos. 

En este contexto, subrayo, se encuentra el fortalecimiento de la alianza con China ante las ambiciones hegemónicas imperialistas. Desarrolla relaciones asociativas bilaterales y multilaterales con otros Estados y foros en base al respeto por la independencia y soberanía, el pragmatismo, la transparencia y la protección de los intereses propios, que eviten la confrontación.                                                                                                    

Asegura una protección global de los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos rusos y facilita el desarrollo de un diálogo constructivo entre civilizaciones.    
                                                                  
Se aprecia en la política exterior una clara continuidad en los planteamientos rusos: reducción del papel del poder militar, apoyo a las operaciones de paz de la ONU y de las organizaciones regionales; primacía del Consejo de Seguridad para autorizar el uso de la fuerza; y el derecho a la legítima autodefensa del Artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas,

En ningún caso justificar la injerencia humanitaria en los asuntos internos de los Estados soberanos; y sí el apoyo a la gestión contra desastres naturales o provocados; la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva y de sus medios de lanzamiento, en el marco de los múltiples tratados internacionales existentes; y combate contra el tráfico de drogas y el crimen organizado. 

De una manera u otra, esto, y mucho más se vislumbra acerca de los cambios constitucionales que fortalecen la solidaridad rusa con los pueblos del mundo, aquellos que aman la paz, pero sin retroceder ni un ápice, ni ceder en chantaje alguno, y en ello, en tratar de que Rusia no vuelva a caer en el caos, en lo cual ha jugado Vladimir Putin un papel determinante.