La experiencia del amanecer o el atardecer en Las Salinas de Brito, en la Ciénaga de Zapata —Reserva de la Biosfera y Sitio Ramsar, al sur de Cuba— solo es comparable con el paraíso descrito en aquellas lecturas que nos han acompañado a lo largo de la vida.

El mayor y mejor conservado humedal del Caribe insular reserva, para quienes se aventuren por sus bosques y manglares, la presencia de aves endémicas y migratorias que buscan la paz de estos parajes. En sus marismas, las especies acuáticas encuentran un refugio privilegiado.

Flamencos rosados, gavilanes, corúas, sevillas, peces y crustáceos conviven en Las Salinas de Brito en perfecta armonía. El ser humano llega como espectador, para disfrutar de la suave brisa y las aguas cristalinas, únicas por su cálida temperatura.

Volver a recorrer los caminos de la Península de Zapata, buscar entre la espesura al tocororo —ave nacional que campa libre—, observar las cotorras en su hábitat o contemplar el incansable vuelo del pájaro carpintero en el árbol más alto… todo aquí invita a reconectar.

Amanecer en la Laguna del Tesoro, con sus 16 km² de superficie —el mayor espejo de agua natural de Cuba—, o visitar Guamá, aquella aldea taína que recrea la cultura precolombina, nos hace sentir que los aborígenes persisten en sus caneyes, en el casabe, en la pesca y la caza.

Esta es la región donde la Agencia de Viajes Ecotur fija para el 2026 su evento bianual Turismo de Naturaleza (Turnat), una oportunidad para vivir en la Mayor de las Antillas recorridos por fincas, exploraciones de senderos, safaris fotográficos, actividades náuticas, caminatas y más.

Turismo rural en Cuba

Recientemente, la mayor de las Antillas fue sede del X Encuentro Iberoamericano de Turismo Rural, celebrado en la región occidental con delegados de 22 países. La Agencia de Viajes Ecotur y el Instituto Iberoamericano de Turismo Rural (Iberoatur) protagonizaron el evento.

Durante el encuentro, se expusieron las perspectivas de desarrollo de Cuba en esta modalidad turística. Los participantes pudieron observar en sus recorridos cómo montañas, valles, fincas agroecológicas y cooperativas apuestan por la sostenibilidad, un verdadero tesoro detrás de cada proyecto.

Para Humberto López-Tirone, presidente de Iberoatur, Cuba “es más que un paraíso de arenas blancas y aguas turquesas: despliega una riqueza natural sorprendente, convirtiéndose en un destino donde la aventura y la conservación se entrelazan, invitando a descubrir su lado más auténtico y verde”.

Por su parte, Jorge San Martín, representante de Chile en Iberoatur, destacó que el encuentro le permitió asistir a ponencias sobre turismo rural y comunitario, y observar en terreno las buenas prácticas que se desarrollan en el país. Enfatizó, además, las visitas a fincas tabacaleras, el trabajo con las abejas y la colaboración entre academias y comunidades, experiencias que —a su juicio— vale la pena replicar en otros contextos.

Francisco Longino Franquiz Domínguez, director de Eventos e Incentivos de Ecotur, señaló que es necesario impulsar la identificación de atractivos por parte de cada territorio y su transformación en ofertas agroturísticas, para dinamizar este sector a escala local. “El agroturismo es un componente más, y en las comunidades es sinónimo de mejoramiento profesional, humano y económico”, afirmó.

Ejemplos que inspiran

El Valle de Viñales, situado en la Sierra de los Órganos, en Pinar del Río —declarado Paisaje Natural de la Humanidad por la UNESCO—, es un ejemplo exitoso y un destino rural por excelencia. Sus habitantes emplean técnicas agrícolas tradicionales para la producción de tabaco y exhiben con orgullo la belleza de un paisaje salpicado de granjas y comunidades de arquitectura tradicional.

En otras, allí se localiza La Cueva, una finca gestionada por los hermanos Joel y Juviel Fernández Martínez. El proyecto, iniciado en 2008, se ha convertido en un modelo de agroecología familiar. En el terreno cultivan más de 30 variedades de frutas y unas 20 de hortalizas, todas orgánicas, utilizando compost, ceniza, lombricultura y barreras vivas. Además, alberga especies endémicas como la palma corcho y la guayabita del pinar, que crecen en los mogotes y son poco accesibles fuera de este entorno.

Los hermanos, sin formación campesina previa, han aprendido mediante la práctica y el intercambio con otros productores y el apoyo del Parque Nacional. “Empezamos con una bicicleta y una mochila, vendiendo lo que sembrábamos. Hoy tenemos un restaurante criollo y vegetariano, cabañas ecológicas y un lago que embellece el lugar”, rememoran. Su objetivo ha sido preservar la salud a través de alimentos libres de químicos. “Bien duro, pero orgullosos de lo que hemos creado”.

También son referentes en el occidente del país el complejo turístico comunitario Las Terrazas, la Hacienda Guanabito —perteneciente al grupo extrahotelero Palmares, en las afueras de La Habana—, y otras fincas e instalaciones que integran ruralidad, naturaleza y agroturismo en una propuesta única de esparcimiento.

Con la premisa de priorizar la preservación de los recursos naturales y el desarrollo de las comunidades locales, el agroturismo se erige como un modelo ejemplar de turismo sostenible que beneficia tanto a visitantes como a anfitriones.

Andreia Roque, una viajera brasileña que visitó la isla por primera vez, lo resumió con emoción: “He conocido el mundo, pero nunca antes había estado en Cuba. Me impactó su gente, su naturaleza y el potencial para desarrollar un turismo rural sostenible, que ya es una realidad. Sus valores naturales y las comunidades que se integran y se benefician de esta modalidad… son increíbles”.

Cuba diversifica así sus modalidades turísticas: ciudades patrimoniales con valor arquitectónico e histórico, playas caribeñas de ambos litorales, y un campo lleno de atractivos ligados a la conservación, la tradición y una gastronomía envidiable.

Toda Cuba, en su ruralidad, constituye una aventura y un paraíso natural que va más allá de aquellas inolvidables lecturas de nuestra vida.