El Septeto Matancero, una apuesta por la tradición

—¿Qué identifica al Septeto Matancero?

—Hemos hecho una investigación de la música que se ha quedado de Los Compadres, de Arsenio Rodríguez, Matamoros, y hubo mucha música que hoy en día no se conoce. Entonces estamos tomando estos temas y les incorporamos elementos contemporáneos, para que la juventud baile también y disfrute esta música de todos los tiempos.

—¿Se trata entonces de una especie de actualización?

—Sí, siempre respetando las líneas melódicas, el canto, el trabajo de voces… todo lo que identifica la forma en que esos maestros componían.

—¿Se han propuesto ser una agrupación para el bailador?

—Yo creo que esta es una música para todos. El que escucha al Septeto Matancero puede bailar o quedarse escuchando; así lo vemos nosotros, como un trabajo para todos los públicos.

—Te has rodeado de músicos orientales para este trabajo, ¿buscando acercarte a «la mata», como decimos los cubanos?

—Primeramente, me di a la tarea de reunir músicos que conocieran el género, ¿y quiénes mejor que los santiagueros?, que llevan en la sangre toda esa herencia de la Casa de la Trova, un lugar de descarga donde coincidían cantautores, soneros; ellos traen, incluso, su armonía musical. Pudimos incluir el changüí, por ejemplo, en el repertorio.

—Y en tu caso, ¿con qué influencias musicales llegas?

—Yo trabajé mucho en agrupaciones de timba de mi provincia. Estuve con Jóvenes del Valle, La Lira Matancera, Cuba Ritmo, y eso me permitió ver distintas formas de trabajar, pero siempre me gustó incursionar en el son, porque es la madre de toda esa música. Yo escucho toda la música que se hace en el mundo, pero nosotros nos criamos en el barrio muy cerca de Los Muñequitos de Matanzas, y además, rodeados de la trova, de poetas, y claro que todo eso también nos ha influenciado.