Assange: Entre elefantes de Londres y Washington

Assange: Entre elefantes de Londres y Washington
Fecha de publicación: 
19 Agosto 2012
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Cuando muchos no han olvidado en América Latina la forma tan brutal empleada por Gran Bretaña para reimponer su dominio colonial sobre el territorio argentino de Las Malvinas, ahora Londres  choca con Ecuador porque este decidió conceder asilo a un perseguido político refugiado en su sede diplomática de Londres.

Se trata del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, a quien .Washington y otras potencias capitalistas desde hace meses no descartan acusarlo hasta de traición con todas las implicaciones que ello arrastraría.

Antesala de ese complot fue inventarle un espectáculo jurídico en el que determinadas mujeres le achacaran delitos sexuales, hechos por los cuales debía ser enviado a Suecia, con una fuerte posibilidad de ser más tarde remitido a Estados Unidos y enjuiciado.

Fue en tales circunstancias que Assange pidió asilo político a la Embajada de Ecuador en Gran Bretaña, trámite que la administración de Quito estudió pormenorizadamente con anterioridad al anuncio de su aprobación el jueves pasado.

De manera insólita, 24 horas antes el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, recibió una carta del gobierno británico donde amenazaba con penetrar en esa sede diplomática para localizar y arrestar a Assange, para después extraditarlo a Suecia.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, abordó el asunto en declaraciones formuladas este domingo.

“Jamás –afirmó- al menos mientras yo sea presidente, este Ecuador aceptará amenazas como la que en forma totalmente grosera, desconsiderada, intolerable presentó Gran Bretaña esta semana”.

Reiteró que su país adoptó una decisión soberana al otorgar asilo a Assange, por falta de garantías del Reino Unido y Suecia para que no se le extradite a un tercer país donde su vida podría correr peligro o donde no se le garantice un debido proceso.

Mientras ocurre algo tan serio, al mismo tiempo suceden hechos que ayudan a desnudar todavía más a ciertos actores.

A manera de pequeño tornillo del complot montado por Washington contra el periodista australiano Julián Assange, la agencia española de noticias EFE entrevistó a una bloguera en extinción, de apellido Sánchez.

Ella es conocida por estar plegada en cuerpo, alma y bolsillo a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, y sus palabras fueron amplificadas también por un órgano casi oficial de la ultraderecha de origen cubano de Miami, El Nuevo Herald.

Ni Gran Bretaña ni Suecia garantizan que el periodista australiano no será enviado a Washington, donde su vida correría peligro después que reveló atrocidades ejecutadas por la Casa Blanca en el mundo.

Según lo dicho, la entrevistada de EFE valoró como una “paradoja” que Assange haya recibido asilo político de Quito porque, según ella, en esa nación prima una política rígida y agresiva hacia los medios de difusión masiva.

Al tratar de hacer creíble tal aseveración, el Herald llegó tan lejos como decir que directivos del periódico ecuatoriano El Universo fueron  sancionados porque se atrevieron a escribir una columna de opinión.

Sin embargo no mencionó el intento de golpe de Estado del 30 de septiembre de 2010 que conocidas fuerzas internas y del exterior   lanzaron contra la Revolución Ciudadana.

Tampoco la postrada bloguera Sánchez, ni quienes aún le hacen eco a sus mensajes por encargo, dicen ni una palabra al respecto o lo tergiversan, porque así funciona su libertad de prensa.

En nombre de la que cuestionan a Cuba, Ecuador y todo el que no este santiguado por su gobierno de Washington, negocio que ha servido a ella para recibir unos 400 000 dólares solo hasta octubre del año pasado.

Ahora la bloguera Sánchez cuestiona airada a Ecuador porque otorgó asilo político a un relevante periodista australiano, Julian Assange,   a quien por facilitar informaciones embarazosas para la Casa Blanca esta lo amenaza con graves consecuencias personales.

El caso Assange moviliza a elefantes británicos y estadounidenses que tratan de pisotear la soberanía de otros países, porque aún no entienden que están apagando con gasolina el fuego que los consume tan lenta como sostenidamente.

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