Colombia con mal timonel: Barco que se hunde

Colombia con mal timonel: Barco que se hunde
Fecha de publicación: 
15 Agosto 2019
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Dicen ciertas encuestas que el presidente colombiano, Iván Duque, aumentó el reconocimiento a su gobierno, cuando rompió las conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional, por el atentado achacado al ELN a una base militar, que solo causó bajas castrenses. Esto le permitió insuflar sus deseos de dar al traste con el Acuerdo de Paz firmado en La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC) -devenidas en partido político-, y si no ha sucedido, es por la presión ejercida por la comunidad internacional.

Pero esa simpatía por Duque ha ido quedando atrás, y a un año de su asunción, este miércoles 7 de agosto, tiene menos del 40% de la aceptación del pueblo, a pesar de que aún muchos colombianos no se han percatado del significado de la ola de asesinatos de líderes campesinos, sindicales e indígenas, además de exmiembros de las FARC, sin que el mandatario levante un dedo para impedirlo.

Y aunque estimo personalmente que los continuados y selectivos asesinatos de líderes comunitarios, sindicales e indígenas y ex miembros de las FARC, planificados por las inteligencias norteamericana y local no han producido esa desazón en la mayoría del pueblo, si lo hace el incremento del desempleo y la corrupción reinante, que Duque ha tratado de ocultar.

Desde el inicio de su mandato ha utlizando al poder legislativo para evitar que prosperen medidas contra la corrupción, que involucraría a altos oficiales del Ejército.

De ahí que tratara de “echar tierra” a la captura de nueve personas vinculadas a casos de corrupción ocurridos en la Cuarta Brigada del Ejército, con sede en Medellín. Se trata de cuatro militares activos, un coronel retirado y cuatro civiles que fueron contratistas de la unidad militar.

Asimismo, la revista local Semana relató actos de corrupción del general Jorge Romero cuando comandó la Cuarta Brigada, entre diciembre de 2015 y diciembre de 2017, denuncias que iban desde la conformación de un cártel para la venta de salvoconductos de armas que pudieron caer en manos de delincuentes, hasta los malos manejos de millonarios recursos destinados al mantenimiento de vehículos y la compra de combustible.

Y todo este drama tiene lugar ante una gobernanza que contempla impertérrita el alza del desempleo a un 9,4% y la caída del crecimiento económico al 1,8%, cuando se pronosticaba un 3%.

Mal anda ese buque colombiano, a cuyo “capitán” solo le interesan los halagos y guiños de aprobacoón de la Casa Blanca y sus amigos de la gusanera miamense.

Para Duque es más importante conspirar contra el gobernó de Nicolás Maduro y coadyuvar al incremento de la subversión interna en Venezuela que provoque una intervención militar foránea, preferentemente de los marines, así como sabotear el diálogo que mantienen la oposición y gobierno venezolanos.

Nada de paz, ni aceptación de un proceso que tiene apoyo internacional. Para él lo principal es perpetuarse en el poder, junto a su mentor Álvaro Uribe, apoyar a sus socios latifundistas, ver cómo puede sacar más dividendos del narcotráfico y seguir eliminado a esos “molestos” líderes populares y ex combatientes que confiaron en el respeto al proceso que debía llevar la tranquilidad y el derecho a la vida en la nación suramericana.

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