Haitianos, incontenibles: Frente a la corrupción y la pobreza

Haitianos, incontenibles: Frente a la corrupción y la pobreza
Fecha de publicación: 
28 Julio 2019
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Fritz William Michel es el cuarto primer ministro nombrado en los últimos 12 meses por el presidente Juvenal Moise para tratar de contener el creciente malestar de los haitianos, cansados de la mala gobernanza de este y anteriores regímenes, con una corrupción que no mengua, al igual que la pobreza, y obliga a muchos a un éxodo a tierras donde tampoco se les tratará bien.

Imposible paliar una crisis social y económica que, como la deuda externa, se vuelven eternas, con métodos que entronizan la privatización y el neoliberalismo, sin que gobernante alguno repare en ello, incluso aquellos que quizás no tuvieron tan malas intenciones.

El anterior premier, el tercero del año, Jean-Michel Lapin, ostentó la jefatura de Gobierno desde el pasado marzo, primero de forma interina y después con la etiqueta de "designado" por el presidente, Juvenal Moise, pero a diferencia de sus antecesores, ni siquiera consiguió ser ratificado en el cargo.
El primer ministro dimisionario tiró la toalla después de tres meses de infructuosas negociaciones para tratar de que el Parlamento aprobara su programa de gobierno, pero el último intento, el pasado junio, concluyó con una batalla campal en la sede legislativa en la que los senadores se arrojaron sillas, mesas y otros muebles.

Pocas horas después del anuncio de la salida de Lapin, Moise se apresuró a designar a su sucesor: Fritz William Michel, un alto funcionario del Ministerio de Economía y Finanzas del que muy poco se sabe en las calles y en los círculos políticos de Puerto Príncipe.

Michel ha desempeñado su carrera en los despachos del Ministerio de Economía y Finanzas y ha escalado hasta ser asesor del ministro, pero hasta ahora no había llegado a un puesto de primera línea.

El nombramiento fue anunciado en un escueto mensaje de Twitter de Moise, en el que el presidente afirmó que ha designado a Michel "para hacer frente a las urgencias actuales" que vive el país más pobre de América, que está sumido en una constante inestabilidad desde que se desató una oleada de protestas violentas a mediados del 2018.

OBJETIVO CENTRAL: LA RENUNCIA DE MOISE

Esas manifestaciones han pedido de forma creciente la renuncia del presidente Moise por las sospechas de que pudo beneficiarse de fondos sustraídos de forma ilegal del programa PetroCaribe, por medio del cual Venezuela ha aportado ayudas a varios países de la región de las Antillas.

Las protestas, unidas a la acuciante crisis política y económica, se llevaron por delante al primer ministro Jack Guy Lafontant, que dimitió en julio de 2018; a su sucesor, Jean-Henry Céant, despojado de su cargo en una moción de censura en marzo pasado, y ahora se han cobrado el puesto de Lapón.

Lapón fue designado primer ministro en abril pasado, pero fracasó en cuatro ocasiones en su intento de recibir el respaldo del Parlamento, a pesar de que está controlado por los políticos oficialistas. Para bloquear las votaciones, los senadores opositores han destruido mobiliario de las oficinas de la Cámara Alta en dos ocasiones.

El portavoz del grupo opositor Sector Democrático y Popular, André Michel, dijo que "la dimisión de Jean Michel Lapón no cambia nada" en la situación política del país. "El nombramiento de Fritz William Michel no va a poder salvar al presidente. El presidente tiene que dimitir y es lo que la oposición política quiere para que el país salga de la crisis", afirmó.

Los manifestantes piden la renuncia inmediata del presidente Juvenal Moise y de su equipo de gobierno. Asimismo, exigen medidas urgentes para enfrentar los principales problemas que afectan a los ciudadanos.

En las demostraciones, se denuncia la grave situación social, y el deterioro de los servicios públicos, que vinculan directamente al mal manejo de fondos por el Ejecutivo.

A finales de noviembre de 2018, un informe del Tribunal Superior de Cuentas confirmó que más de 2 000 millones de dólares destinados al área social, fueron malversados por unos 15 ex funcionarios gubernamentales de Haití.

Además, los manifestantes exigen la disminución del costo del nivel de vida. “Los haitianos viven en el día a día. Estoy recibiendo mucha presión de mis electores que me piden y me advierten de que se les está acabando el agua, que se les está acabando la comida. Están entrando en pánico. Puede que no estemos muy lejos de algún tipo de crisis humanitaria. Esto es real. Esto es serio”, dijo el diputado por la comuna de Petion Ville, Jerry Tardieu.

Ante lo anterior, no se tiene dudas acerca del porqué Haití sigue siendo el país más pobre de América. Su economía solo creció 1.4 por ciento en el 2018, una de las más bajas de la región.

Desde la llegada al poder de Juvenal Moise, el país caribeño tiene un déficit presupuestario que supera los 86 millones de dólares. También sufre una inflación de más del 15% y la pérdida del valor de su moneda nacional frente al dólar, en más del 20%.

A todo esto se suma la constante inestabilidad política y las catástrofes humanitarias como el terremoto del 2010, que destruyó gran parte de la infraestructura del país.

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