México-López Obrador: Oppenheimer y otros enemigos
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Esta primero fue resbaladiza, pero ya asoma su verdadero pensamiento, misión asignada al periodista de origen argentino Andrés Oppenheimer.
Formado en universidades de Estados Unidos y en la periferia de sus servicios especiales, Oppenheimer actúa como un lujoso vocero de las más altas instancias gubernamentales de Washington.
Este miércoles presentó credenciales en un artículo que insertó en el Nuevo Herald bajo el título: «A López Obrador le va bien, pero no a México».
Así, de esa manera tan cruda, dejó establecido su rechazo al actual gobierno mexicano.
En su criterio, la buena noticia radica en que, luego de transcurrir un año de elegido Andrés Manuel López Obrador, «no se ha convertido en un radical de izquierda», al estilo del venezolano Nicolás Maduro.
Pero, agrega Oppenheimer, también hay malas noticias.
López Obrador «está gobernando como un populista narcisista que mira con cierto desdén a las instituciones democráticas y que está queriendo regresar a México a las políticas nacionalistas de los años 70».
Con el desastre generalizado que ha sufrido ese país durante años, ¿puede todavía hablarse de sus instituciones democráticas?
Precisamente el voto negativo contra la pudrición existente fue uno de los ingredientes que abrieron las compuertas al enorme triunfo que acompañó la histórica victoria de Manuel López Obrador.
A continuación, Oppenheimer escribe una reflexión sobre el tema.
Hace un nexo directo entre esta y las ideas que le manifestó la más reciente embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson.
Explica que ella es una exdiplomática de carrera que estuvo como embajadora en México hasta retirarse en mayo de 2018.
«Cuando le pregunté si hay un peligro de que López Obrador dé un giro brusco a la izquierda, Jacobson respondió que el mayor peligro no será ideológico.
«El peligro no es un escenario de derecha o izquierda. El peligro, desde el principio, fue que no es un hombre institucionalista.
«No cree realmente en las instituciones de gobierno que México necesita», me dijo Jacobson.
«Y si quiere realmente borrar o reducir un poquito la corrupción en México, lo que necesita es fortalecer las instituciones», añadió. «Y eso no lo veo. Yo veo a un hombre que cree a veces que solo puede hacer tal o cual cosa», señaló.
Y concluyó que «López Obrador corre el riesgo de avanzar hacia un tipo de autoritarismo que realmente puede dañar a las instituciones mexicanas, que son todavía débiles».
Curiosas palabras, dichas por alguien que nunca rozó, ni con el pétalo de una rosa, la escandalosa corrupción que invadió a ese país.
Oppenheimer no se detuvo ahí, prosiguió escribiendo: «a pesar de dominar el Congreso y disfrutar una alta popularidad, ha hecho dudosas consultas públicas organizadas por sus partidarios».
Es el desprecio público de López Obrador por las instituciones, más que su retórica de izquierda, lo que está asustando a los inversionistas, puntualizó.
Al señor Andrés Oppenheimer se le debe reconocer un mérito: sus denodados esfuerzos para ocultar lo que piensa y hace.
¿Un ejemplo? El odio que profesa a Manuel López Obrador.
Jamás le perdonará su fidelidad a los pobres de esta Tierra, que Oppenheimer tan profundamente desprecia.
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