DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Bob Urrutia: él mismito se derrotó

DE LA HISTORIA DEPORTIVA: Bob Urrutia: él mismito se derrotó
Fecha de publicación: 
13 Mayo 2019
0
Imagen principal: 

Décimos Panamericanos, albergados por Indianápolis en 1987. Roberto Urrutia, pesista nacido en La Habana, dueño de varios galardones nacionales e internacionales de valía, emigrado desde 1980 y nacionalizado norteamericano posteriormente, se presta a una componenda: integra la delegación de USA y rivaliza con los dos cubanos de la división mediana, Pablo Lara y Francisco Alleguez, con el objetivo de derrotarlos y lanzarlos a la humillación. Fracasa: tercer peldaño.

Más que superado por el citado dúo, Urrutia perdió con... Urrutia. La revisión de los resultados de este forzudo en Juegos de este tipo anteriores aclara. Ciudad de México 1975: gana los 67.5 al totalizar 300 kilogramos. Actúa en los 75 en San Juan 1979: vence con 340. Vino después su adiós...
Su coterráneo Julio Echenique se impone en esta categoría cuatro años más tarde en los IX con biatlón de 327.5.

Destrozado el show montado por los gringos. Lara es el uno entre los medianos: 325. Le sigue Alleguez: 320. Ambos representan a su país dignamente entonces. El estadounidense Urrutia suma 315. En La Habana 1991, Lara volverá a enlazar la máxima alegría e igualará el récord de este clásico, en poder de Roberto cuando competía por su patria: 340. Pablo solo superará dicha plusmarca en Mar del Plata 1995 al totalizar 362.5.

¿A qué no habría arribado Roberto Urrutia si no hubiera transitado el camino que eligió? Al preferirlo, perdió la atención que los astros del músculo poseen en Cuba, gracias al pueblo y porque el pueblo lo desea. Bob, para poder subsistir, debió convertirse en camionero: allá no disfrutó de un tratamiento especial. Entrenaba cuando podía y cómo podía, y debió sacar de sus bolsillos los gastos de alimentación, los servicios médicos y para usar el gimnasio incluso; el timón entre las manos mientras los ensueños se alejaban muy rápido por la carretera.

Al confabularse, mejoró su situación pero ya era tarde: perdió varios años batido con los hierros solo. Aun al decir sí a aquella suciedad, jamás tuvo el cuidado esmerado que disfrutó acá, ni siquiera en lo referente al entrenamiento científico de la más grande isla caribeña. Y como se quedó sin el apoyo, el cariño de un pueblo entero que alzaba con él las barras y los discos, mayor soledad.

¿En qué pesaría este hombre cuando, aplastado en la tercera plaza del estrado de premiación, veía ondear la bandera de la estrella solitaria y escuchaba las notas del himno creado por Perucho Figueredo?

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.