Argentina, Macri y el caos económico

Argentina, Macri y el caos económico
Fecha de publicación: 
7 Mayo 2019
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No solo es decir que la culpa la tiene el presidente Mauricio Macri, las entidades internacionales que le apoyaron y el padrino estadounidense que lo proyectó para que llegara a convertirse en el mandatario de una nación que hasta ese momento había sabido capear todo tipo de obstáculos, evitado caer en políticas neoliberales y entregado las principales riquezas a consorcios extranjeros.

Habría que ver el déficit fiscal en que ha caído Argentina. Las cuentas del Estado están determinadas para simplificar, por la diferencia entre lo que se recauda y se gasta. Están en rojo hace años. Esto es porque se recauda menos de lo que se gasta. El gobierno denominado eufemísticamente de Cambiemos (para mal) le echa la culpa a un supuesto desborde en las partidas para jubilaciones, los docentes, a la educación universitaria o a los trabajadores de la salud. Es decir, al beneficio que cada gobierno debe establecer para el pueblo.

Pero lo cierto es que un componente central del presupuesto público es el gasto en intereses de la deuda que va a manos de los especuladores: más del 15% del total del presupuesto. Es un porcentaje que duplica, por ejemplo, el desembolso para toda la educación. Y este porcentaje va a crecer por el nuevo endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI). No pagar la deuda liberaría enormes recursos para fines sociales.

Los acuerdos con el FMI (ya se «cocinó» el segundo en menos de tres meses por el fracaso del primero) buscan abastecer dólares para garantizar los pagos de la deuda. No va un peso a educación, salud, jubilados y otros fines sociales.

Además, en el presupuesto público se beneficia con desgravaciones impositivas a muchos empresarios. El gobierno solo mira el gasto. La verdad es que también puede subir la recaudación, pero no lo quiere hacer (o lo hace muy limitadamente) para no tocar las ganancias patronales.

Por el contrario, al principio de su mandato, Mauricio Macri sacó retenciones a los exportadores (y las redujo para los productos de la soja). En el Congreso, con apoyo del peronismo de derecha, hizo aprobar una reforma tributaria que bajó progresivamente los impuestos a las empresas. Con estas medidas agravó el déficit fiscal.

La recesión a la que se conduce la economía achicará más la recaudación. Por eso diarios y bancos internacionales piden, como prometió Domingo Cavallo en el 2001, que el país tenga déficit cero el año próximo: esto significaría un recorte de partidas sociales mucho más brutal. Quieren atacar más a los jubilados, reducir asignaciones a niños y adolescentes, achicar ministerios, reducir el poder de compra del empleado estatal.

Y lo anterior solo trata el déficit interno, porque en el externo se comprenden las cuentas que sintetizan las relaciones del país con el resto del mundo.

Las transacciones se realizan en dólares, de los que hay una gran escasez, porque el flujo de divisas hacia el exterior es mucho más fuerte que los escasos ingresos que tienen lugar. Es el principal problema que empuja el dólar hacia arriba, aunque el que se dispara a niveles insospechados, desvalorizándose aún más, es el peso argentino.

Y esto es solo la punta de un problema del que queda mucho por decir y escribir, que mantiene en ascuas a una nación donde no hay día en que las masas no expresen su insatisfacción con un presidente al que muchos votaron, dejando sin opciones a un kirchnerismo que había hecho algo mucho mejor para el pueblo. Veremos qué pasa en las próximas elecciones, en las que Macri pretende reelegirse, pese a todo el entuerto que ha creado, pero en el que nunca ha sido perjudicado algún bien familiar.

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