DIARIO DE LA BIENAL: Un astillero tomado por el arte

Este, a primera vista, no parece un espacio para el arte. El antiguo astillero Chullima, en la desembocadura del río Almendares, evoca un pasado industrial, donde las máquinas eran el centro de todos los procesos.

Ahora es el estudio de Wilfredo Prieto. Un creador que no tiene mucho que ver con la idea romántica que nos hemos hecho de un artista y sus obras.

En esta XIII Bienal de La Habana, Prieto apuesta por la integración de disciplinas en proyectos que inciden, sin estilizaciones trasnochadas, en las rutinas de la gente.

La propuesta que articula en este lugar incluye a profesionales de diversos ámbitos y se concreta en varios soportes.

“Este era un lugar prácticamente abandonado. Tuvimos que trabajar mucho para ponerlo en condiciones. Y ahora es un espacio muy interesante” —afirma el creador.

Junto a la maqueta de Viaje infinito, una de sus obras más importantes, Prieto explica los presupuestos de esta apuesta múltiple:

“No se trata de presentar una obra terminada, más bien hay una improvisación, hay mucha conexión entre todos los factores. Será interesante ver cómo se relacionarán los creadores con el público… Yo creo que va a ser una mezcla que va influir en nosotros, en la manera en que entendemos la creación”.

El proyecto de Wilfredo Prieto, titulado Viaje infinito, debe concretarse a pocos kilómetros de Zaza del Medio, en Sancti Spíritus, el pueblo natal del artista.

Allí se está construyendo, con el apoyo de las autoridades locales, este gran monumento. Eso ameritaría por sí solo un gran reportaje. En Chullima se expone la maqueta.

Pero en el taller hay mucho más. En uno de los locales se instalará una “cocina extendida” donde varios invitados, entre ellos la chef Sahily Romero, elaborarán platos que, de alguna manera, han marcado nuestro devenir cultural.

Y en una de las oficinas, los integrantes del proyecto Infraestudio trabajan en una idea del reconocido arquitecto mexicano Alberto Kalach: unos jardines que no existen en la ciudad… aunque vendría muy bien que existieran.

“Nos propusimos estudiar la presencia de las áreas verdes en la ciudad, en sus dos dimensiones: la primera, la estética: ¿dónde está la belleza? Pero también uno más pragmático, infraestructural, que tiene que ver con el oxígeno que produce un árbol, hasta qué punto puede prevenir inundaciones, sequías…"

En otros locales de este taller devenido estudio, varios actores y bailarines trabajan en la propuesta del dramaturgo catalán Joan Baixas y el brasileño Cildo Meireles: un desfile de paradojas con muchas implicaciones plásticas.

“La vida está llena de paradojas, en todos sus ámbitos —explica Baixas—, de eso se trata esta parada: escenas más o menos independientes que recrean muchos conflictos de la actualidad.

“Este lugar es muy interesante, representa un pasado (industrial, marítimo), pero también tiene mucho futuro. Aquí estamos haciendo ese futuro”.

El domingo 14 de abril, a las 10:00 a.m., quedará abierta al público esta singular propuesta: Taller Chullima. Son proyectos que proponen, que incitan al debate, que mueven a la evocación, en un espacio tomado por el arte.