Trump-Cuba: Un peligroso animal herido

Primero, fue el plebiscito nacional destinado a suscribir -o no- la nueva Constitución de Cuba.

Esa Carta Magna fue elaborada teniendo en cuenta las millones de opiniones y matices brindados por la población, cuyo contenido resultó modificado en un 60 por ciento.

Washington no dejó de atacarla en su histérico llamado al NO, pero sus maquinaciones se desplomaron.

El porciento de votantes por el SI fue del 86,85 por ciento.

¿Cuántos en el mundo estarían dispuestos a someterse a una prueba de tal envergadura y salir victoriosos?

Casi paralelamente sucedía otro zarpazo contra la Venezuela independiente y soberana que la administración Trump ha jurado destruir.
Ha tenido en cuenta ambas condiciones, subversivas a los ojos de ese gobierno.

Ahora como nunca Trump y sus hombres se han mostrado tan desbocados y propensos a exhibir una ejecutoria ultraderechista que roza con el fascismo.

Lo que años atrás enmascaraban hasta cierto punto, lo hacen en estos momentos al estilo de vulgares cuatreros que sin el menor pudor, violan el derecho internacional.

De ahí que Trump no se haya detenido para que su jefe de Seguridad Nacional y su Canciller hayan lanzado feroces improperios para amenazar a Venezuela con una invasión militar.

Para lograr ese objetivo utilizaron la chabacana fórmula, carente de toda credibilidad, de hacer llegar una supuesta ayuda humanitaria a Caracas.

Ha ido tan lejos que ha exacerbado las contradicciones existentes entre el Senado que domina los republicanos y la Cámara de Representantes, en manos de los demócratas.

O sea, que su peligroso desespero pudiera significar el desencadenamiento futuro de una crisis cuyo alcance hasta aquí, es imposible calcular.