Hijas de Galicia: las doctoras que enfrentaron la tempestad

Hijas de Galicia: las doctoras que enfrentaron la tempestad
Fecha de publicación: 
28 Enero 2019
0
Imagen principal: 

Si bien en Cuba es típico que los ciclones bailen con las matas de plátanos o los postes de luz, ninguna tempestad o evento meteorológico semejante había alterado tanto, en un abrir y cerrar de ojos, la vida de una ciudad tan populosa como la capital del archipiélago.

Hasta Diez de Octubre llegó un equipo de la Agencia Cubana de Noticias y mientras nos íbamos acercando la realidad cambiaba, pasamos de una Habana en calma a otra, en la que si un desconocido llegase no sabría lo ocurrido, como si estuviera en una dimensión completamente distinta.

Las calles del municipio estaban inundadas de escombros, donde las casas y edificios parecen sacudidas por manos de gigantes; sin embargo, camiones y montacargas recogían sin cesar filas infinitas de polvo y pedazos de cemento.

En una entrecalle un edificio verde e inmenso observa desde su altura los desastres ocurridos, el hospital Hijas de Galicia -como lo conocen todos quienes lo visitan- también batalló por permanecer firme ante tal tormento.

Alrededor de 17 niños pequeños estaban ingresados en el servicio de neonatología del hospital; Yurina Rodríguez, jefa de la sala, queriendo mantenerse en calma cuenta cómo las doctoras de guardia pudieron trasladarlos; cuando las ventanas de vidrio comenzaron a estallar.

Reconoció la valentía de dos padres que ayudaron mucho –dice-; uno, incluso, al que le faltaban parte de sus extremidades superiores, pero se las ingenió para sacar a los bebés; todos trabajaron para preservar sobre todo la vida.

Varios de los que estuvieron de guardia la noche se niegan a salir del hospital; no pueden irse a casa sabiendo que aún queda algo por hacer y que dejan atrás montañas de escombros que podían haber sacado.

María Eugenia Álvarez Watson, jefa de servicio del centro, dice que en el turno todos pensaban que los estaba sobrevolando un avión. A veces, cuando mira atrás, le sorprende que todo haya pasado en menos de un minuto.

2801-hijas-de-galicia.jpg
María Eugenia Álvarez Watson, jefa de servicio del centro, dice que en el turno todos pensaban que los estaba sobrevolando un avión. A veces, cuando mira atrás, le sorprende que todo haya pasado en menos de un minuto.

Recuerda que las pacientes gritaban asustadas porque nadie sabía lo que estaba pasando, sintieron además como los ventanales se deshacían por las fuertes corrientes de viento; luego de que hubo pasado ese corto tiempo de confusión salieron de inmediato a ver a las pacientes, los bebitos, el salón de operaciones.

No es fácil lo que pasamos ayer, dice mientras observo los ojos cansados, el traje de salón aún puesto sobre su piel, arrugado de tanto ajetreo; María Eugenia, a pesar de tener una mirada cansada, por pasar a noche en esa vigilia constante cuenta con más fuerzas.

Ahora, cuando caminamos por el hospital y apreciamos los destrozos de aquel gran rabo de nube, encontramos a trabajadores que cuentan optimistas cómo lograron preservar la vida de sus pacientes, del traslado de la sangre y la leche materna hacia otros hospitales, de la evolución de los casos más delicados.

Hijas de Galicia perdió el esplendor que tenía, ha quedado expuesto al aire y la tempestad, pero cuenta con un batallón de personas que no descansará hasta verlo reluciente, un grupo de trabajadores que se niegan a abandonar sus salones hasta que por cansancio no puedan trabajar.

Para muchos de los que aún se encontraban allí era ello un compromiso.

“Un hospital tan bello como el nuestro hay que rescatarlo”, se lo repetían una y otra vez, como máxima a seguir.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.