Brasil-2018: elecciones y el ascenso de la extrema derecha al poder

Brasil-2018: elecciones y el ascenso de la extrema derecha al poder
Fecha de publicación: 
27 Diciembre 2018
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Según analistas, más de dos años de crisis económica y de identidad en el país, por repiqueteados actos de corrupción, inclinó el voto en las urnas hacia el político de extrema derecha, identificado con discursos conservadores, cuestionamientos, comentarios despectivos y loas a la dictadura.

'La prominencia alcanzada por Bolsonaro indica que la extrema derecha crece en Brasil, estimulada por la aproximación con una derecha conservadora, representada por la bancada evangélica en el Congreso Nacional, que se opone a los avances en el área de derechos humanos, sobre todo en lo que se refiere a las minorías', asegura el sociólogo José Ricardo Faleiro Carvalhases, profesor de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais.

En esa misma cuerda, el historiador Marcos Napolitano, académico del departamento de Historia de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de Sao Paulo, estima que 'la extrema derecha nunca tuvo tanta presencia en el sistema político brasileño como en el contexto actual'.

De acuerdo con la socióloga Ana Cristina Braga Martes, profesora de Sociología en la Escuela de Administración de Empresas de Sao Paulo de la Fundación Getúlio Vargas, la actual polarización en curso en Brasil entre derecha e izquierda también favorece el surgimiento de políticos con discursos radicales, que exaltan la dictadura militar o la restricción de las libertades de expresión y organización.

Para el editor Davis Sena Filho, del blog Palabra Libre, Bolsonaro será un presidente con casi 30 años de mandato como parlamentario sin producir nada, 'con problemas cognitivos graves y de una bipolaridad a toda prueba'.

Ese trastorno, indica Sena, le causa una agresividad constante y apoplética, además de ser un hombre que demuestra ser paranoico, cuya perversidad es contra los grupos sociales, con los que no se identifica y, como todo fascista, no siente por la humanidad.

Para apoyar su tesis, el analista explica que 'Bolsonaro es un provinciano del interior de Sao Paulo, uno de los estados más conservadores del país... así como su preocupación mayor fue siempre dejar de ser pobre para ser rico, como lo demuestra su pasado en el Ejército y su presente'.

Sena considera que la futura administración 'significará la continuidad del desgobierno de Temer, es decir, entreguista, elitista, sectario, falso moralista, corrupto, colonizado y, sobre todo, violento'.

Refiere que ambos gobernantes son violentos y Temer mostró en la práctica quién será Bolsonaro, el radical -el político de extrema derecha que, si puede, cierra el Congreso y devuelve a los jueces del Supremo... viene a ser la vergüenza, el vejamen y la desgracia de Brasil... '.

A tono con analistas, el coqueteo con ideologías fascistas no resulta novedad en la sociedad brasileña. Por ejemplo, en 1955 el candidato conservador Plínio Salado logró el 8,3 por ciento de los votos en la carrera presidencial.

Dos décadas antes, Salado, al frente de la Acción Integralista Brasileña (AIB), partido de extrema derecha inspirado en los principios del movimiento fascista italiano, defendió con ímpetu el antisemitismo y otras pautas cercanas al nazismo alemán.

Comentaristas políticos sustentan que los aliados del excapitán del Ejército no solo son un grupo político, sino también un movimiento conservador, el cual se presenta como 'ruptura de una política progresista' que, según alegan, subvirtió valores morales y la conducción de las políticas públicas en Brasil en las últimas décadas.

Lo anterior quedó confirmado por Bolsonaro, cuando en una alocución llegó a decir que pretendía hacer volver el país a lo que 'era hace 40, 50 años'.

LOS MILITARES

También inquieta que, pese a que los militares están lejos de la política desde el final de la dictadura (1964-1985), en el nuevo gobierno desempeñarán un papel fundamental.

Se registran ahora más ministros con formación marcial en el primer escalón que en la administración del general Castelo Branco (1964-1967), que inauguró el ciclo de militares en el poder tras el golpe de 1964.

Comparado a otras direcciones, la del presidente electo aparece en el mismo nivel de la gestión del general Emilio Garrastazu Médici, quien tenía siete ministros militares, pero numéricamente por debajo de las carteras de Ernesto Geisel (10), Artur da Costa e Silva y João Baptista Figueiredo, ambos con nueve.

Lo que diferencia el primer escalón de Bolsonaro de los presidentes militares y de parte de los civiles tras la redemocratización es la reducción de los ministerios propiamente castrenses desde 1999.

Entendidos evalúan que este fenómeno puede ser explicado por una razón: forman parte del entorno del mandatario electo.

'Bolsonaro está tratando de dar a su gobierno el rostro de severo, sobre la base de la popularidad de la imagen de las Fuerzas Armadas', razona Frank McCann, historiador de la Universidad de New Hampshire, especialista en el Ejército brasileño, citado por la revista Veja.

'Él quiere que el prestigio de los generales se refleje en una mejora de su imagen. En otras palabras, su papel en el Gobierno es proveer una estatura que el propio presidente no tiene', recalcó.

Bolsonaro es el tercer presidente electo por voto directo procedente de las Fuerzas Armadas. El primero fue Hermes da Fonseca, en 1910, teniendo dos militares entre sus siete ministros, y Eurico Gaspar Dutra, que en 1946 colocó a cuatro entre sus 10 titulares.

En su gestión, no solo Bolsonaro nombró un número significativo de militares, sino también para casi todas las plazas vinculadas a la infraestructura, lo que también ocurrió durante el régimen militar.

BOLSONARO Y TRUMP

Más allá de la agenda ultraconservadora del próximo Ejecutivo, que debe avanzar próximamente, impulsada por el voto del presidente electo y una sólida bancada de parlamentarios elegida por su partido, el Social Liberal (PSL), preocupa también la adulación a Estados Unidos y a su presidente Donald Trump.

Teniendo en cuenta su desmedida atracción por el gobernante norteamericano muchos analistas coinciden en expresar: 'Bolsonaro no tiene un proyecto para su país, pero sí un patrón: Donald Trump'.

Luego de su victoria en las urnas, influyentes periódicos en el mundo destacaron las comparaciones del exmilitar con el ocupante de la Casa Blanca.

'Bolsonaro hizo una campaña en el estilo Trump, que hizo uso pesado de los medios sociales y prometió renegociar los acuerdos de intercambio de informaciones, poner la economía antes de la preservación del medio ambiente y dar un fuerte impulso a la lucha contra el crimen', publicó en la ocasión el diario estadounidense Washington Post.

Amplificó que 'él demonizó a los opositores y polarizó a la nación con su historia de rebajar a mujeres, gays y minorías'.

El canal estadounidense CNN también asoció la figura del excapitán a la del mandatario norteamericano, llamándolo 'Trump de Brasil'.

Apuntó que la 'victoria de Jair Bolsonar sobre Fernando Haddad, un exalcalde de izquierda de Sao Pablo, encierra una de las campañas políticas más polarizadoras y violentas de la historia de Brasil. La recesión prolongada, la creciente inseguridad y un macizo escándalo de corrupción que sacudió a las instituciones políticas y financieras estaban entre las muchas cuestiones consideradas por los votantes'.

La comparación entre ambos resulta recurrente y el propio exmilitar comentó que Trump tuvo comunicación con él a principios de la noche del 28 de octubre para felicitarlo por la 'elección histórica'.

El diario New York Times publicó que elegir un populista estridente como presidente, es el 'cambio político más radical del país desde que la democracia fue restaurada hace más de 30 años'.

Bolsonaro exaltó la dictadura militar del país, defendió la tortura y amenazó con destruir, arrestar o exiliar a sus oponentes políticos. 'Él conquistó un profundo resentimiento en el status quo en Brasil -un país asolado por el aumento del crimen y dos años de turbulencia política y económica- y se presentó como la alternativa', arguyó la publicación.

La revista The Economist alertó que 'los brasileños hicieron una pésima elección' y calificó a Bolsonaro de 'apoyador de dictadores y de armas, que incita a la policía a matar a sospechosos, que amenaza con prohibir oponentes y disminuir a las mujeres, a los negros y los gays'.

Con estos antecedentes, solo queda esperar al 1 de enero y que Bolsonaro ingrese como presidente en el Palácio do Planalto (Palacio del Altiplano, sede del gobierno).

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