DE CINE EN CINE: Dos películas mexicanas que se regodean en los detalles

DE CINE EN CINE: Dos películas mexicanas que se regodean en los detalles
Fecha de publicación: 
10 Diciembre 2018
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En Las niñas bien hay un notable ejercicio de crítica social narrado con una sutileza ejemplar.

La decadencia monetaria de una familia de altísimo estándar, que rueda barranco abajo por malos manejos financieros y por el impacto de la crisis económica se concreta sobre todo en las rutinas de la señora de la casa, una dama que a duras penas intenta mantener el glamour (porque aquí el glamour no es un asunto secundario)  ante el creciente menosprecio de sus “amigas” de siempre (todas de la alta sociedad) y el interesado apoyo de una nueva rica, que pasa por encima de las humillaciones más o menos evidentes de esta mujer caída en desgracia.

La película retrata sin didactismo una clase que, aunque a los más desfavorecidos por la ruleta de la vida y la sociedad les parezca extraño, tampoco está segura en la cima. Lo que pasa es que la “caída” no será a la pobreza absoluta, sino más bien a una clase media relativamente alta… y que de todos modos les resulta insufrible a las “víctimas”.

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Ilse Salas encarna a la perfección la idea de una dama de sociedad...

Para enfatizar lo que pudiera parecer insustancial (pero que deviene emblema y esencia para la protagonista) hay un regodeo en los pequeños detalles del lujo: vestidos, carteras, zapatos, vajilla, adornos… fotografiados con la fastuosidad de un anuncio publicitario de alto vuelo. Y entre toda esa parafernalia, como pez en el agua, el personaje principal. Uno llega a sufrir con ella la pérdida de esos privilegios, aunque jamás los haya disfrutado.

Nadie espere una narración trepidante, pues en este filme hay introspecciones que otorgan sentido al drama de la protagonista y su familia. La fragmentación de las tramas tributa al caos que se instaura en la vida de esta mujer. Cierto sarcasmo transita la historia, apuntala la relación de la historia íntima con el gran contexto de la política mexicana.  

UN PELÍCULA DE ATRACOS… QUE ROMPE EL MOLDE

Historias de robos y atracos ha contado muchas veces el cine universal, pero la de Museo trasciende los moldes habituales para devenir ensayo incisivo sobre los dilemas y sueños de una generación: la búsqueda de un sentido en la vida, la reafirmación por momentos traumática de una identidad, el drama del inadaptado.

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Solo por disfrutar a Gael García Bernal ya vale la pena ver la película...

Por eso, aunque Museo no escamotee peripecias que amerite toda película donde haya un gran robo, lo más importante aquí es el retrato de los protagonistas, criaturas ciertamente románticas y desequilibradas, inocentes como niños y fríamente eficaces en el delito. La tormentosa relación entre estos dos ladrones de antigüedades es la columna vertebral del filme.

Hay una decidida vocación por la belleza en la puesta en pantalla, expresada sobre todo en los primerísimos planos de las piezas sustraídas, íconos de una cultura milenaria. Y el desparpajo del tratamiento que reciben pudiera ser la metáfora de la manera en que algunos asumen las historias más sagradas de las naciones: con un pragmatismo que puede llegar a asustar.

Aquí también es evidente un contrapunteo entre lo "macro" y lo "micro": el gran entramado de la sociedad influyendo en las rutinas más domésticas... y viceversa.

Un gran acierto es el tono, que sin complejos va de un dramatismo enfático a un humor ciertamente irónico y juguetón (presente también en labada sonora)… que termina reafirmando la inútil (y hasta perniciosa) grandeza de algunos caracteres. Muy recomendable.       

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