Paisajes cubanos: atardecer con flamencos en Las Salinas

Paisajes cubanos: atardecer con flamencos en Las Salinas
Fecha de publicación: 
19 Noviembre 2018
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Estamos en el Refugio de Fauna Las Salinas, ubicado en la región centro-sur de la Ciénaga de Zapata, en la provincia de Matanzas.

La vista se pierde, encandilada por el brillo cegador del sol en tanta agua. De pronto, un graznido, un silbido en el aire, un revuelo de plumas y colores quiebra la armonía del paisaje y sólo entonces descubrimos que estamos en un sitio ideal para la observación de aves.

Cuentan que hace más de cinco siglos el adelantado Cristóbal Colón y su tripulación fueron los primeros viajeros que visitaron la zona, durante la segunda expedición a Las Américas. Desde las inmediaciones del cayo de Diego Pérez, en el Archipiélago de los Canarreos, costa sur de Cuba, el gran Almirante envió una carabela a tierra firme en busca de agua potable.

Actualmente, los excursionistas no vienen urgidos por el deseo de aplacar la sed sino hechizados por la belleza de la que es la mayor área de pantanos y marismas del Caribe insular, un verdadero paraíso para los ecologistas y amantes de la naturaleza.

 En la Ciénaga de Zapata se encuentran 190 especies de plumíferos y específicamente en la zona de Las Salinas tienen su hábitat, temporal o permanente, más de un tercio de ellas.

Las bandadas migratorias de América del Norte se instalan allí desde finales del otoño hasta el inicio de la primavera. Vienen en busca de mejores condiciones climáticas, alimentos y algunas para reproducirse.

En esta época se puede encontrar al pato de la Florida, al cabezón y el serrucho; el pelícano gris, la corúa, el Martín pescador, la sevilla, la gaviota, el Halcón de pato y a otras aves a las que la tradición popular les ha dado curiosos nombres: sarapico, cachiporra, revuelvepiedra y rabihorcado.

También existen especies que residen durante todo el año, entre ellas distintos tipos de garzas (real, tricolor, rojiza, azul y garzón gris), y ejemplares realmente escasos, muy difíciles de ver en otros lugares, como el gavilán batista y la cigüeña (Mycteria americana).
Pero el rey indiscutible de Las Salinas es el flamenco rosado (Phenicopterus ruber). Entre los meses de octubre y abril se reúnen aquí unas 10.000 de estas aves acuáticas, constituyendo la mayor población animal en todo el paraje.

Al nacer, los flamencos tiene un color gris humo. Según los especialistas su tonalidad rosa la adquieren por alimentarse de pequeños moluscos que viven en las marismas y que extraen del fondo con su pico largo y curvado. Es por ello que los que viven en estado salvaje tienen siempre un plumaje más brillante y hermoso que los criados en cautiverio.

Las aves pasan la mayor parte del tiempo escarbando en las aguas poco profundas, descansando o acicalándose, poniendo en orden las plumas que el viento les despeina. Sus grandes patas, que representan dos tercios del cuerpo, les dificultan andar en tierra, por ello sus movimientos son pausados, torpes y hasta un poco cómicos, sin embargo, en el aire su forma grácil y asaetada no tiene rival.

Cuentan los lugareños que por las mañanas siempre se les ve muy alejados de la carretera y a medida que cae la tarde se acercan lentamente, hasta situarse casi al alcance de la mano.

Justamente el atardecer es el momento más hermoso del día en Las Salinas. Un espectáculo incomparable tiene lugar ante nuestros ojos, todas las tonalidades del ocaso: naranjas, violetas, rosados, encuentran espejo perfecto en el irisado plumaje de los flamencos.

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