Sobre lo ocurrido en la Olo Pantoja: Una aguja en el pajar

Sobre lo ocurrido en la Olo Pantoja: Una aguja en el pajar
Fecha de publicación: 
24 Septiembre 2018
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Lo ocurrido el pasado lunes en La Habana, en el Instituto Politécnico Olo Pantoja, es verdaderamente lamentable. No obstante, a este adjetivo habría que agregarle también el término de “asombroso”, pues si algo caracteriza a nuestro país es la tranquilidad ciudadana, y más cuando se trata de instituciones educacionales.

Nuestros niños, adolescentes y jóvenes, gozan de garantías en materia de educación y salud, con una atención priorizada por el Estado. Tal es así —y ello se ha reconocido más de una vez— que ni en los tiempos más difíciles del llamado período especial aquí se cerró una escuela o los maestros y profesores dejaron de percibir un salario.

Educación ha sido un sector bendecido por la Revolución, por decirlo de alguna manera. Vale recordar que en la actualidad cerca del 23 % del presupuesto del Estado y el 10 % del PIB se dedica a este sector, lo cual no solo incluye a la educación general y universitaria, sino a otros organismos formadores, como Cultura, Deportes, Salud Pública.  

Cada año, los ministerios de Educación (MINED) y Educación Superior (MES) dedican cuantiosos recursos para garantizar el buen desarrollo del período lectivo y los preparativos comienzan meses antes del comienzo del curso, incluso con la importación de recursos de países muy distantes, a causa del bloqueo.

Aun cuando Cuba tiene vencidos muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en materia educativa, los propósitos educacionales hasta el 2030 comprenden el camino hacia la elevación de la calidad, de ahí el proceso de perfeccionamiento que se viene poniendo en práctica en los últimos años y que hoy se implementa en 156 escuelas del país y en todas las enseñanzas de la educación general.

Alarmar a la población y a los familiares de los alumnos, desestabilizar a la comunidad de estudiantes y profesores, y echar por tierra la imagen de una nación donde los niños (entiéndase también adolescentes y jóvenes) son lo primero, pudieran ser algunos de los móviles de quienes cometieron este grave delito y por el cual deberán responder ante la justicia.

Las escuelas cubanas son templos del saber, espacios respetados, lugares donde la familia cubana deposita toda la confianza y, por tanto, las personas no pueden irrumpir con actitudes vandálicas de tal categoría.

Tal y como dijo la nota publicada por la Dirección Provincial de Educación “las acciones investigativas permitieron en corto tiempo dar captura a los autores, quienes confesaron haber participado en la agresión y se encuentran bajo un proceso investigativo aún sin concluir”.

A raíz de los hechos, y como es lógico, proliferaron varios rumores, los cuales no están confirmados. No obstante —no pequemos de ingenuos— habría que investigar si detrás de este suceso existen intenciones contrarrevolucionarias, como las que durante todos estos años hemos enfrentado y combatido para preservar la Revolución.

Una vez más la justicia deberá recaer con toda la fuerza posible sobre aquellos que no solo transgredieron la ley, sino que pusieron en peligro la vida de los educandos que, al fin y al cabo, es lo más valioso.

 

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