Cara a cara con Rey Vicente Anglada

Cara a cara con Rey Vicente Anglada
Fecha de publicación: 
3 Septiembre 2018
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En una Serie Nacional con poco interés mediático y donde el pitcheo regala un gran número de boletos (1084), un hombre resalta en el minúsculo grupo de los elegidos. Pocos pensaron que regresaría, pero él escuchó el sentir de toda una ciudad para sentarse otra vez en la vieja casa del Cerro.

¿Qué diferencia al béisbol actual del que dirigiste hace 10 años y, sobre todo, del de tu etapa como jugador?

«Te diré que es completamente diferente. No se parece en nada. Cuando comencé a dirigir, en 2002, la Serie Nacional conservaba a la mayoría de las grandes figuras del país. La pelota estaba muy viva en la afición y en los estadios se respiraba esa pasión. Para que la gente se interese otra vez, se deben cambiar muchas cosas: el concepto del espectáculo, elevar el nivel de los jugadores y tener a figuras representativas otra vez. Sin peloteros de gran nivel, la gente no va al estadio. En mi etapa de atleta estaban Vinent, Marquetti, Wilfredo, Rosique, Rogelio, Capiró, Urquiola, “Changa”, Casanova, “Cheíto”, Medina, y muchos otros que despertaban el interés de la gente. Fue un período marcado por la entrega total, el sacrificio y un compromiso ilimitado con la camiseta del equipo. No creo que otra generación de jugadores se haya entregado tanto como esa que tuve el privilegio de formar».

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¿Cómo te han recibido la afición y los jugadores de Industriales después de una década ausente?

«Es significativo porque a veces los directores no son bien recibidos por los fanáticos, sin embargo, conmigo ha sido diferente. Tuve la suerte de ser muy seguido cuando era jugador, y como mánager también me siento querido. Es algo que valoro mucho y me compromete a regresarlos a esos planos estelares de antaño. De los jugadores, ¿qué decirte? Solo quedan unos pocos de cuando dirigí, me apoyo bastante en ellos y sé que tienen un gran sentido de la responsabilidad hacia mí. Es un buen grupo de trabajo y hay una buena dinámica entre todos».

En estos momentos, archivas 399 victorias desde el eje de mando azul. ¿Cuánto representará llegar a las 400 en Series Nacionales?

«Desconocía ese dato, fíjate, pero nunca he puesto por encima del resultado colectivo mis logros individuales. Pienso que lo más importante es la actuación del equipo. Ahora vamos a una subserie difícil ante Camagüey y, aunque estamos en segundo lugar, no hemos realizado una buena tarea en defensa ni en el área de lanzamientos. Debemos mejorar mucho en este aspecto para clasificar, y ya en la segunda ronda, tratar de dar un salto de calidad para llegar a la postemporada».

Eres el único timonel habanero que pudo derrotar a Santiago en una Final (2006) de la pelota cubana, y el hombre que más empeño le puso a esa histórica rivalidad. ¿Qué recuerdos te trajo enfrentar otra vez a los santiagueros?

«Los juegos contra Santiago siempre tienen matices diferentes. Es la rivalidad más grande del béisbol cubano y la victoria se disfruta más. Recuerdo mi debut como mánager en Series Nacionales. Después, aquellas batallas electrizantes en el Latino y el Guillermón. Las Finales de 2006 y 2007 son inolvidables. Ahora fue bueno alcanzar los dos partidos, pero no estuve muy conforme, sobre todo con el primero, porque fue muy mal jugado por ambos. Fueron 25 carreras, otros tantos errores, y un desfile interminable de lanzadores. En el segundo se jugó mejor y me llevé una mejor imagen. Aquí destaco la gran defensa de Yoassán Guillén en el jardín central, quien realizó unos fildeos extraordinarios».

¿Cuáles serían las claves para revivir este clásico que hoy navega por aguas silentes?

«Lamentablemente, son generaciones y equipos diferentes. Cuando nosotros ganamos esos tres campeonatos, teníamos un equipo joven, pero con un gran talento. Nuestros lanzadores eran brillantes. La gente en mi tiempo venía a ver lanzar a Vinent, a “Changa”, y después, como director, a Vera, a Yadel, a Deinis, a Frank, etc. Ellos tuvieron a una verdadera constelación en una etapa (Pacheco, Kindelán, Pierre, Fausto, Ormari, Meriño y Poll), y en otra, a José Julio, Mustelier, Bell, Olivera, Navas y Reutilio.

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«Del lado nuestro estaban Kendry, Cañizares, Scull, Tabares, Yásser, Enriquito, Rudy y Urgellés. En fin, son épocas distintas, pero mientras no elevemos el techo de la competencia, será difícil despertar el duelo. Las personas quieren ver espectáculo, rivalidad y calidad, al mismo tiempo. Hay que trabajar duro para salvar lo perdido. El tratamiento audiovisual de las Grandes Ligas debe ser como mismo se hace con el fútbol, y en poco tiempo veremos a muchos niños con el sueño de ser peloteros. El trabajo en la base debe mejorar, e inculcar los fundamentos desde las primeras edades. Y por último, algo bien importante: el rescate de las instalaciones para desarrollar jugadores».

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