La SIP: Devaneos de una vieja cortesana

La SIP: Devaneos de una vieja cortesana
Fecha de publicación: 
30 Junio 2012
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La titulada Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que integran y controlan magnates de empresas del ramo en la región, fustigó a Cuba porque, según ella, reprime a sus periodistas “independientes”.

A nombre de esa institución habló el jueves Gustavo Mohme, máximo jerarca del diario peruano La República y presidente del grupo de Libertad de Prensa e Información de la SIP.

Una vez más, como parte de un libreto redactado en sintonía con Washington, la referida entidad regional imputó a Cuba persecución de periodistas, falta de libertad de prensa y de asociación.

No es necesario hablar muy extensamente sobre esta llamada Sociedad, siempre enemiga de gobiernos carentes de la bendición estadounidense y cómplice de sus corderos en la región.

Ahora, cuando existe un evidente complot de la Casa Blanca para desestabilizar a los gobiernos que estropean su tradicional dominio de América Latina, la SIP arremete contra Cuba.

¿A quiénes defiende y cita como testigos en sus toscos inventos? A supuestos periodistas “independientes” que han sido desenmascarados en materiales fílmicos cuando, entre otras cosas, visitaban la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana para cobrar sus haberes.

Hasta ellos mismos han recriminado públicamente a Washington su manía de proclamar el abundante dinero que les ha asignado y enviado, porque, alegan, les hace aparecer como simples marionetas de la Casa Blanca.

Documentos revelados de esa Oficina de Intereses y de organismos vinculados a esferas gubernamentales en la capital estadounidense admiten  que es claramente pobre la autoridad de la llamada oposición interna en Cuba.

Pero la SIP tiene la oportunidad de remendar en algo su imagen en esta última si estuviese dispuesta a dar un golpe de timón y situarse por primera vez junto a una causa justa.

El 12 de septiembre de 1998 agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) asaltaron brutalmente las viviendas de cinco jóvenes cubanos infiltrados en bandas terroristas asentadas en Miami para ejecutar acciones que dañaban los intereses de Cuba y Estados Unidos.

Gracias a sus informaciones, Washington logró detener algunos de esos planes y salvar de esa manera vidas y recursos materiales amenazados con actos violentos de tales facciones, en cuyas filas se encontraban algunos de los terroristas más crueles de esta parte del mundo.

Pero uno de los aspectos que más sobresalió giró en torno a la descomunal campaña propagandística que martilló una y otra vez en calificar de “espías” a los detenidos, aún cuando no existía ningún veredicto al respecto.

Junto a eso, el silencio que una orientación oficial logró imponer sobre el tema a los principales órganos de prensa, radio y televisión de Estados Unidos en aras de evitar que la opinión pública se enterara del caso y de sus hondas irregularidades.

Aún más grave, quedó al descubierto que el gobierno estadounidense pagó a periodistas con el objetivo de que ensombrecieran la imagen de los detenidos para facilitar las exageradas condenas que les impusieron.

Por ejemplo, el 3 de diciembre de 2009 un comentarista del diario español Rebelión, Salvador Capote, denunció que el mencionado silencio, o los artículos, editoriales, programas radiales y televisivos en contra de Los Cinco, tienen pagos clandestinos pero seguros.

Antes, el periódico The Miami Herald dio a conocer, basado en documentos desclasificados, que al menos 10 periodistas locales aceptaron dinero del gobierno por trabajar en contra de Cuba y los Cinco.

Entre los alquilados para esa misión estuvo Pablo Alfonso, columnista del Herald, a quien le pagaron 175 000 dólares por sus opiniones, así como Ninoska Pérez Castellón, de Radio Mambí, la cual recibió 1 500 dólares, porque su raquítico nivel profesional no daba para más.

¿Ha sido tan escandalosa confabulación denunciada por la SIP? No, debido a que ha dedicado su tiempo, lupa en mano, a localizar el más diminuto hecho que le ayude a fabricar sus campañas contra Cuba.

En la isla hubo un periódico de extrema derecha, El Diario de la Marina, que en el siglo XIX festejó alborozado las heroicas muertes de José Martí y Antonio Maceo, dos de las más veneradas figuras históricas de Cuba.

Desde entonces ya se inclinó a defender las peores causas y a combatir las mejores, tanto que se hizo popular la frase: lo que es bueno para el Diario de la Marina es malo, y viceversa.

En la actualidad podría trasladarse la experiencia a la vieja cortesana que es la SIP, pues todo lo que para ella brilla está apagado, y como es de suponer, todo lo que valora como apagado, brilla.

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