MIRAR(NOS): De las cosas que nos son sagradas

MIRAR(NOS): De las cosas que nos son sagradas
Fecha de publicación: 
27 Julio 2018
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Al cubano, hasta donde yo sé hay dos cosas que le son (¿le eran?) sagradas: la telenovela y la pelota (no precisamente en ese orden). Pero a nivel planetario, blancos y negros, hombre y mujeres, ancianos y los que no lo son tanto siguen haciéndose la misma pregunta.

Les puedo decir que por mi cabeza ronda, más o menos desde que tuve mayoría de edad, hace unos cuantos añitos ya: ¿Será que el destino existe?

La mayoría de las veces prefiero pensar que sí hasta porque es demasiado dejarle todo al azar e incluso porque conozco a más de uno que enseguida se agarraría de un clavo para alegar que lo suyo es mala suerte.

Ahora bien, ¿el destino lo vamos labrando o toca lo que toca y ya? Porque también sería tristísimo pensar que nada de lo que hagamos puede cambiar la cuota previamente asignada incluso debido a que nadie nos hizo una consulta sobre lo que íbamos a querer como si la vida se tratara de un menú a consumir.

Digo yo que siempre se puede hacer algo para cambiar las cosas pero hay cosas (personas, situaciones) que se resisten al cambio. No importa lo que uno empuje, siempre habrá un para qué posible y eso va quitándole las fuerzas al que empuja.

Aunque si mi abuela me lee ahora empezaría a decirme que uno jamás debe ni puede bajar los brazos, que hay que seguir luchando aunque todo (y todos) parezca perdido. Yo que sé, sería más simple cruzarnos de brazos pero a la larga, de tanto estar en la misma posición uno termina por entumecerse, porque el estatismo entumece el cuerpo y ¡peor aún! Entumece el alma.

Del mismo modo que no se concibe un cubano que no tome café, es también poco probable que uno de aquí claudique a la hora en punto de seguir dando batalla. Mire si no lo cree cualquier evento deportivo. Si el cubano pierde a usted igualmente le quedará la sensación (in)grata de que se pudo hacer más, de que para la próxima será y de que estamos preparados para enfrentar cualquier temporal y de cualquier naturaleza, claro está.

P.d: Ahora traduzca todo esto a sus propias consideraciones, olvide las que son sagradas, simplemente piense en la vida como la oportunidad de vivir hoy, cual si mañana por fin nos llegara el famoso Armagedón.

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