Mitos y leyendas: El Demonio atrapa a Crescencio

¡Cogollo, la caña me lleva a millón! Después de reenganchar en el almuerzo, me derrumbo, en la hamaca como si hubiera peleado con Félix, la Panterita, Betancourt. Vicente afila la mocha sentado en la tierra, la espalda recostada a un horcón. De pronto, deviene cuentero...

“Por aquella laguna decían que salía el mismísimo Diablo. Nadie quería pasar por allí ni siquiera con el sol violento, mucho menos de noche que es cuando la vida le tira el brazo por encima a los enamorados pero también a la maldad. Aunque el deseo es... el deseo. Y Crescencio andaba enamoricado como un burro por Laura. ¡Qué clase de guajira, compay!

“Esa vez, ella no pudo escapar fácil de la vigilancia de la madre. Cuando llegó la muchacha, una hora después de lo acordado, los besos fueron más besos y las caricias más caricias. El amor que espera, desespera y crece hecho fuego... Fuego encontró el novio luego de la despedida.

“Ya estaba sobre su caballo cuando el temor lo atacó: tenía que pasar bien cerca de la laguna. Y entonces... Ahí mismitico, a pocos pasos: ¡el tipejo en medio del camino, echando candela por todos lados! ¡Pa´ su escopeta!

“Lo sé, ustedes no creen en esas cosas... Bueno, tranquilícense o no termino el cuento. Sigo. Ahí estaba el Demonio. Y mi amigo jura por su madre que no estaba ajumao. El caso es que Lucifer le frena el jaco y, con voz de bajo, le suelta:

- Crescencio, tenemos que conversar. Te he escogido para una misión importante.

- ¡A mí! Mire, yo soy muy bruto. Usted se ha equivocao...

- Conozco tus cualidades y eres el mejor para hacerme este favorcito: necesito regar un grupo de males por esta región y eso solo lo puede hacer un mortal. Tú los repartirás o te fulmino.

“Comenzó a entregarle varios paquetes cerrados. El primero, de un amarillo horrible, por pálido y manchado, y con tremenda peste.

- Este contiene la envidia: cuídate de que no se te derrame arriba ni un poquito porque te destroza. Aquí tienes (le dio un bulto más pequeño, duro, arrugado, frío y con un olor peor) la traición.

“Lo hizo cargar con el odio a lo que vale, la ambición desmedida, la vagancia, la mediocridad, el oportunismo... Y, también, con tres cajitas: la miseria, las enfermedades y los vicios.

- Más miserias y enfermedades, entodavia, señor Satanás”. La respuesta llegó rápida y fuerte:

- Cierra la boca y obedece o te destruyo. Te seleccioné porque no te gusta pensar mucho, Mira, a mí me desagrada la gente de opinión. ¿Para qué tanto peligro cerca de uno? Fíjate, quiero golpear a este pueblo y ganarme las almas de sus habitantes, todas las que pueda.

“Sacó de la cintura un pequeño sobre gris antes de decir:

- Este es el principal: ¡con él, todo; sin él, nada.

“Se descuidó y mi socio, después de encomendarse a Ochún, echó la cabalgadura encima del tipejo que rodó por el suelo y blasfemó como…un demonio mientras la víctima escapaba al convertir el jamelgo en corcel gracias a las espuelas.

“La casa le pareció mansión y no bajareque, bebió varias jícaras de agua y les contó todo a los padres, que lo acostaron y le llenaron el pecho, la espalda y la barriga con hojas medicinales para quitarle lo matungo.

- No estoy enfermo, vieja: tumbé al Diablo y me gritaba desde el suelo agitando el sobrecito: “¡Regresa, malnacío, que esto te falta y sin él los demás males no se imponen!” Y yo, al saberlo, solté lo que me había dado y volé: no me paraba ni un Toro.

Bueno, Crescencio se curó y el susto lo creyó pesadilla debida a la calentura amorosa que le puso a gozar por dentro dos platos con frijoles negros que se había disparado. Y, oigan, se casó con Laura enseguida para evitar la lagunita”.

¡De pie! Se acabó la siesta, el descanso, la cháchara. De nuevo, para el corte. No puedo más y le pregunto:

- Oye, ¿qué tenía el sobre?

Sonríe:

- Ah, condenao, te gustó el jueguito... ¿Qué iba a ser? El desaliento, mijo, el desaliento.