Joan Roche Gandarilla: Otro “milagro” de la Medicina Cubana

Joan Roche Gandarilla: Otro “milagro” de la Medicina Cubana
Fecha de publicación: 
11 Julio 2018
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Fotos: De la autora

Las lágrimas del rostro son incontenibles. Ha pasado mucho tiempo pero Tula (Gertrudis Gandarilla Robaina) no puede apartar de su memoria los tristes momentos cuando su hijo Joan Roche Gandarilla, con tan solo 16 años, debutó desgraciadamente con un linfoma no Hodgkin*.  

 “Si existen los milagros pues Joan es uno de ellos”, dijo al contar la historia de uno de sus hijos más pequeños, jimagua con Alejandro, ambos hermanos de Pavel, el primogénito.

Ella habla de “milagros”, más en sus palabras de madre agradecida está consciente de que la salvación de Joan dependió, en gran medida, de la profesionalidad de un grupo de médicos del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR), específicamente de la sala de pediatría dirigida en aquellos momentos por el doctor Jesús de los Santos Renó Céspedes, actual jefe del departamento docente de esa instalación hospitalaria, una persona a quien mucho le debe la familia Roche Gandarilla.

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Tula, una de las tantas madres agradecidas de la Medicina Cubana.

“El primer signo fue que se le inflamó un lado de la cara, entonces lo llevamos al hospital; allí lo valoraron y le hicieron una biopsia. Ingresó el 3 de enero de 2005 y concluyó su tratamiento de quimioterapia el 8 de marzo del 2007. Es decir, estuvo ingresado, por intervalos, durante más de dos años; cuando se ponía grave lo trasladaban para terapia y luego seguía con el tratamiento”.

Miles de dólares para salvar una vida

El doctor Renó se resiste a hablar únicamente de Joan como una vida salvada. Vive orgulloso de los niños y adolescentes cubanos que en determinados momentos fueron pacientes de la sala de oncología pediátrica y no solo sobrevivieron a las enfermedades, sino que en la actualidad, incluso, algunos de ellos son médicos, deportistas, artistas, universitarios.

Se regodea en esas historias que le inspiran a continuar siendo un profesional consagrado, respetado por sus compañeros de trabajo, admirado y querido por los pacientes y sus familiares, como es el caso.

“Hay cosas en la vida que no se pueden dejar de remarcar, como la oportunidad de que Joan —quien llegó con más de 14 años— ingresara en esa sala. En aquella época el Ministerio de Salud Pública aprobó que se aumentara la admisión de los pacientes pediátricos a 18 años. Nosotros teníamos la esperanza de contar en el Instituto con un servicio infanto-juvenil, lo cual con el tiempo se ha visto truncado por algunas circunstancias.

“En relación con el linfoma no Hodgkin, se sabe por los avances en la investigación biomolecular que se trata de una enfermedad con características muy propias, con un comportamiento maligno. Hoy ese linfoma ya tiene protocolos de tratamiento propios, clasificaciones que han ido un poco más allá de lo que conocíamos en aquellos años.

“A Joan le pusimos un tratamiento de primera línea, no cubano, con un costo de alrededor de unos 37 mil dólares. Estamos hablando de protocolos de actuación adquiridos, pues nos guiamos por la Sociedad Internacional de Oncología Pediátrica u otros grupos importantes de Alemania y Estados Unidos, por ejemplo”.

Renó explicó, además, que en el caso de los linfomas el tratamiento no solo incluye los medicamentos, los citostáticos, sino que algunos casos llevan radioterapia. “Para el control del linfoma no Hodgkin siempre se practica un tratamiento combinado. En el caso de Joan se le aplico, primeramente, la quimioterapia, pues no siempre resulta necesario irradiar.  

“Si nosotros hubiéramos tenido una medicina privada el costo del tratamiento hubiera sido ese. Ahí no se incluyen los gastos de hospitalización, ni demás honorarios médicos, como ocurre en otros países, lo cual encarece mucho los tratamientos oncológicos, en realidad muy caros. Por eso si de algo nuestro pueblo puede sentir un gran orgullo es, precisamente, por la oportunidad de recibir los tratamientos sin pago alguno. En Cuba brindamos una medicina de mucho nivel, y en eso también mucho tienen que ver nuestros profesionales”.

Renó, su más fiel compañero de trabajo

La relación entre Renó y Joan data de años, pero a simple vista trasciende el vínculo médico-paciente. Hay que escucharlos expresarse el uno del otro para entonces comprender que el respeto y el cariño son mutuos.

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Joan primero fue paciente del INOR, ahora trabaja aquí como mensajero. Hoy se siente feliz y útil. Junto al doctor Renó, su más fiel "aliado" en la institución.
 
El médico expresó que muchos de sus pacientes sienten por él gran confianza, al punto de contarle situaciones que no son capaces de hablarlo con los padres. En la consulta algunos me plantean cosas difíciles; proceden de estratos sociales muy heterogéneos. Hay familias que los apoyan, cuidan —como es el caso de Joan—, pero otros solo me tienen a mí y, aunque no me siento con una responsabilidad de padre, sí considero que tengo el deber de orientarlos.  

Contó que un día recibió en su oficina a Tula. “Estaba triste, preocupada, pues Joan necesitaba integrarse a la sociedad y trabajar. Entonces le dijimos que oportunidades existían. En ese momento no teníamos mensajero en el servicio de pediatría. Le explicamos el trabajo y, sorprendentemente, eso solo lo hicimos una vez.

“Joan es un trabajador de quien uno no tiene ni la más mínima queja, y cuando le mandan a hacer algo que él considera que no le corresponde entonces me lo hace saber y casi siempre tiene toda la razón.

“Vivo muy orgulloso de mis pacientes y, sobre todo, de él. Cualquiera pudiera no valorar el trabajo que realiza como mensajero, ya que no tiene relevancia científica. Sin embargo, hace una labor muy importante, pues favorece la comunicación entre un servicio y otro; más cuando no contamos con la posibilidad de conectar los departamentos a través de elevadores o corredores, como sucede en los países desarrollados.  

“Con Joan tenemos la confianza que no encontramos en otras personas. Con los ojos cerrados se le puede entregar cualquier cosa en sus manos, pues no va a fallar. En él tenemos ese apoyo e integridad que necesitamos en el sector. Para nosotros es una satisfacción el hecho de que haya sido paciente y ahora trabajador de la salud. Yo me siento muy cómodo y seguro laborando a su lado, y quisiera que su forma se replicara en otros compañeros. Si así fuera siempre contaríamos con alguien que hale la carreta al igual que nosotros, por decirlo de alguna manera”.   

Medicina Cubana, un privilegio

Hoy Tula sabe que no fue un milagro, que su querido hijo Joan lleva una vida normal, con un seguimiento médico una vez al año, gracias a la Medicina Cubana y a sus profesionales más capacitados y entregados.  

¿Agradecida?, le pregunto. “No tengo palabras, todos sabemos que tenemos dificultades, que padecemos escaseces y limitaciones a causa del bloqueo. Pero, al mismo tiempo, contamos con una gran fortuna, y esos son los médicos formados por la Revolución. Cuando veo a mi hijo Joan tan contento, trabajando, siendo útil en el hospital, me parecen increíbles todas las angustias por las que pasamos en aquel tiempo.

“Él es una persona con limitaciones, no puede exponerse al sol, realizar esfuerzo físico, pero ¡mira trabaja, y ya va a cumplir 30 años, es otra persona por completo, se ha desarrollado muy bien! No tengo cómo agradecerle al profesor Renó que tanto nos ha ayudado y por quien Joan siente una gratitud infinita, así como a las doctoras Iraida Caballero, quien todavía lo atiende, y a otros tantos médicos, sin los cuales hoy no lo tendríamos a nuestro lado”.

*El linfoma no-Hodgkin es un tipo de cáncer que surge en los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco de la sangre. Se denomina de este modo para distinguirlo de la enfermedad de Hodgkin, un subtipo particular de linfoma.

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