Franco, el vice que nunca ocultó sus ambiciones por el poder

Franco, el vice que nunca ocultó sus ambiciones por el poder
Fecha de publicación: 
23 Junio 2012
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La jornada del vicepresidente paraguayo, Federico Franco, fue ayer particularmente agitada. Desde temprano y durante todo el día estuvo en su despacho siguiendo el desarrollo del juicio político a Fernando Lugo, y tuvo una cantidad de reuniones con funcionarios, legisladores y personajes del ámbito empresarial. Se preparaba ya para quedar a cargo del Ejecutivo hasta agosto de 2013, cuando debería terminar el mandato del presidente recién destituido.

 

Médico cirujano, de 49 años y padre de cuatro hijos, Franco nunca ocultó sus ambiciones presidenciales . Lo dijo desde que asumió como número dos de Lugo, en agosto de 2008, tras la histórica elección en la que el Partido Colorado fue desplazado luego de 61 años en el poder.

 

Líder del tradicional Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), rival histórico de los colorados, Franco gobernó el Departamento Central de Paraguay entre 2003 y 2008 y aportó un importante caudal de votos cuatro años atrás.

 

Franco encarnó el ala más moderada dentro de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), la heterogénea coalición que llevó al ex obispo Lugo a la presidencia. Y fue el encargado de aclarar a quienes miraban con desconfianza a esa unión de nueve partidos y más de 20 organizaciones sociales, que Paraguay no iba camino a la extrema izquierda y que el cambio que prometían sería “tranquilo”.

 

Pero las diferencias con el presidente quedaron claras desde un comienzo, y en los casi cuatro años de gobierno de la APC hubo una serie de roces.

 

“No estuve de acuerdo con el presidente Lugo en muchas de sus decisiones de gobierno porque fui electo, igual que él, el 20 de abril de 2008 para administrar al país pero él me ha ignorado”, declaró Franco este jueves. Y agregó que Lugo ni siquiera lo consultó sobre el cambio de ministro del Interior, la semana pasada, tras el desalojo de campesinos que dejó 17 muertos.

 

Ahora Franco debe estar satisfecho. Pero su llegada al poder tiene un costado amargo: si queda a cargo del Ejecutivo hasta agosto de 2013, se cierran las puertas a su posible candidatura para las elecciones de abril .

 

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