CRÍTICA DE CINE: Al asesinato de un ciervo sagrado

CRÍTICA DE CINE: Al asesinato de un ciervo sagrado
Fecha de publicación: 
7 Junio 2018
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Este es el tipo de thriller de terror psicológico al que nos enfrentamos en The Killing of a Sacred Deer.

Vayamos a la historia. Las tragedias griegas. Eurípides dijo una vez —al menos se le atribuye a él— que aquel a quien los dioses querían destruir, primero lo volvían loco.

Cuenta la historia antigua que cierta vez Agamenón cazó un ciervo y alardeó por ello.

Entonces Artemis (la diosa de los animales) lo condenó. Le pidió que sacrificara a su hija Ifigenia a cambio de la vida del ciervo. Cuando Agamenón iba en los barcos camino a Troya, el viento dejó de soplar y los barcos quedaron inmóviles. Si Agamenón no sacrificaba a su hija, no se moverían nunca más. Entonces Agamenón lo hizo.

Cuál es la lógica de que otra persona pague por las faltas de un familiar… no sé. En la cinta, hay un personaje (el que encarna Nicole Kidman) que hace la misma pregunta.

Vayamos al argumento de este filme:

Colin Farrell interpreta a un respetuoso cirujano felizmente casado con Nicole Kidman. Padre de dos hijos. Entabla amistad con el hijo de un paciente que murió en su quirófano. Y entonces todo cambia. El muchacho (nunca se explica cómo) hace que los hijos de este padre enfermen. Primero pierden la capacidad de caminar, luego el apetito. Por último, les sangran los ojos. Entonces le da a escoger: si el padre mata a uno de los tres miembros que componen su familia, entonces todos vivirán. De lo contrario, no habrá ningún sobreviviente.

El sacrificio de un ciervo sagrado (Giorgos Lanthimos, 2017) es una representación contemporánea de la tragedia griega de Agamenón, que se vio obligado a matar a Ifigenia.

Las notas musicales que acompañan la cinta son extremadamente vehementes y apuntan hacia un filme insolente y radical… casi como si estuviera dirigido por dioses. La puesta en escena sorprende por su sofisticado color, cuidado hasta el último detalle.

Algo del absurdo y del surrealismo del argumento recuerda a Luis Buñuel… que está presente, entre otras cosas, por la forma en que Lanthimos escoge que la comida descontrole el ojo humano.

Esta es una obra sobre la venganza. Pero no solo. Un estudio sobre el sexo y sus actitudes. Pero no solo eso. Es una alegoría sobre la alienación en las familias. O fíjense en la forma en que cada personaje interpreta con distanciamiento el papel que asume. Como cada frase se pronuncia sin énfasis.

Un thriller psicológico mezclado con la clásica tragedia griega que termina con los ojos ensangrentados de un niño que ha sido castigado por un dios adolescente.

Cine refinado y culto, lleno de referencias culturales, que recuerda que el cine es también una disciplina artística y no solamente una industria.

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