CRÓNICAS BIEN CORTAS: Cines vacíos

CRÓNICAS BIEN CORTAS: Cines vacíos
Fecha de publicación: 
7 Mayo 2018
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Llegué al cine La Rampa a las seis menos cinco, casi corriendo, pues me interesaba ver la película que anunciaban para las seis. Cuando fui a comprar la entrada, la empleada me dijo que todavía, que esperara, que no era seguro que hubiera función.

—Imagínate, solo han llegado tres personas, cuatro contigo, vamos a ver si llega alguna más para poder poner la película.

—¿Cuántas más tienen que venir?

—No sé, algunas más. Esta película no llama mucho la atención.

Era la historia que un abuelo judío le hacía a su nieto sobre la Segunda Guerra Mundial; si hubiera sido una de acción, quizás…

Más de una vez, en mi pueblo natal, mi padre y yo vimos películas solos en el cine; a nadie le interesaban aquellos dramas. Pero en La Habana jamás había estado en un cine vacío.

—Es que la gente ha perdido la costumbre. Si te interesa esta misma película, la pides y te la llevan a la casa —dijo uno de los tres que esperaban.

Iba a responder con aquello de la magia de la sala oscura y la pantalla grande, pero el señor decidió irse y ya no éramos cuatro, sino tres. Así que a las seis y cinco me fui yo también, vencido.

No sé si por fin habrá llegado alguien más.

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