Artes visuales en Cuba, desde la «sospecha femenina»

Artes visuales en Cuba, desde la «sospecha femenina»
Fecha de publicación: 
18 Junio 2012
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Los estudios de género en las artes son recurrentes hoy en el escenario teórico cubano e internacional. Si bien el empuje de los movimientos sociales en el mundo ha logrado, en estos tiempos, un mayor espacio en el debate público, el fenómeno es mucho más antiguo.

 

En Cuba el enfoque de género no es un fenómeno nuevo. En la Isla ha habido una tradición feminista desde hace más de un siglo. Aunque la historia va más atrás en el tiempo si hablamos de grandes escritoras cubanas decimonónicas que, desde aquel entonces, ya comenzaban a hacer valer su obra en una sociedad patriarcal.

 

Los anales recogen un sinnúmero de mujeres que, desde las artes visuales, se convirtieron en paradigmas de la creación plástica. Y aun cuando el objetivo principal de su trabajo no fuera mostrar una postura radical feminista, sí fueron transgresoras. Antonia Eiriz y Belkis Ayón son claros ejemplos de esto.

 

Actualmente muchas artistas mujeres cubanas reconocen el feminismo de sus obras, si bien la intención no ha sido marcada durante el proceso de creación. Ellas reflejan en la pintura, grabado, fotografía, performance o videos, partes de sus cuerpos, situaciones cotidianas, objetos que las rodean… y todo esto es parte de sus identidades. A partir de situaciones autobiográficas reflejan los individuos que, de una manera u otra, se rebelan contra las posturas machistas de su entorno.

 

El espacio de reflexión «Mirar desde la sospecha», que se realiza en la UNEAC cada mes, dedicó su más reciente encuentro a las representaciones de género en las artes visuales.

 

En busca de coordenadas sobre este tema amplísimo, Cubasí conversó con la especialista Dannys Montes de Oca, quien formó parte del panel.

 

-¿Desde cuándo se puede hablar en Cuba de enfoque de género en las artes visuales?


-El movimiento feminista en Cuba existió desde principios del siglo XX, y en las artes visuales hubo artistas como Amelia Peláez, que trabajaron vinculados al tema de la vida de las mujeres y el entorno doméstico.

 

Hubo luego exposiciones dedicadas a mujeres artistas. Pero podemos decir que la conciencia real en los estudios de género, cobró auge a partir de la década de 1980.

 

-¿Qué factores llevaron a que esto se diera en esa época?


-Hubo en primer lugar un florecimiento del arte y había una mayor representación de artistas féminas actuando. Esto coincidió con un movimiento internacional que tenía mucho que ver con el multiculturalismo y los movimientos feministas.

 

-En este fenómeno, ¿cuánto hubo de influencia foránea y cuánto respondió a necesidades originadas aquí en Cuba para que este movimiento, si es que se reconoció como tal, se desarrollara?


-Esta generación fue parte de un movimiento más amplio que incluyó artistas mujeres y hombres; es el llamado Movimiento Clásico de los 80 o Renacimiento Cubano. Ellas aportaron desde su mirada subjetiva femenina.

 

De nacional y foráneo hay mitad y mitad porque estas creadoras formaron parte de una generación, cuyos presupuestos se enfocaban en la actualización de los lenguajes artísticos, en la indagación en lo popular, lo identitario y multicultural.

 

-¿Se puede hablar de una coherencia en los temas de los distintos creadores de esa época, de una línea común?


-Sí, lo común entre ellos es la reivindicación del arte como fenómeno de investigación y del lenguaje, la actualización de referentes artísticos, la nueva forma de representar o acercarse a la realidad, la visión crítica sobre el contexto cultural, la cultura popular… todo eso incluye las preocupaciones de esos hombres y mujeres, que lo reflejan en sus obras desde diferentes ángulos.

 

Por ejemplo, algunas de esas mujeres fueron Magdalena Campos, Consuelo Castañeda, Ana Albertina Delgado, Yaquelín Abdalá.

 

-Algunas especialistas hablan de un notable feminismo en las obras de las mujeres, sin embargo, se dice que esto emerge de manera natural, sin que las creadoras se lo propongan como vía de legitimación…


-Sí, es algo más orgánico. Esas perspectivas han sido asumidas por la cultura. Ya no es una exigencia prioritaria de las mujeres el demostrar que hay una manera de hacer arte femenino, sino que ellas lo logran de una forma más espontánea, desde su esencia. Aunque siempre se advierte un tono intimista en sus obras, los temas se construyen por encima de eso, y a veces sin mucho sentido político o de activismo cultural.

-¿Pudiera verse este fenómeno como una evolución en el arte femenino?


-Creo que sí, que es parte de esa evolución.

 

-En cuanto a los soportes, algunos estudiosos alegan que en los últimos años hay una mayor tendencia hacia el video y el performance…


-El arte femenino puede estar en cualquier soporte o lenguaje, aunque en los últimos años hay un desarrollo exponencial del video y el arte digital, que se corresponde con los tiempos que estamos viviendo, con la proliferación de las nuevas tecnologías.

 

-Ustedes decían que aquí en Cuba hay poca documentación sobre el género en las artes visuales. ¿Qué importancia le concede a que, con la obra realizada por las artistas, haya un acompañamiento teórico?


-La importancia de las investigaciones paralelas al quehacer artístico implica un entendimiento del arte como un fenómeno que va más allá de la proyección plástica, como algo que atañe a la cultura en general. Si existen diálogos desde el arte, estos deben ser parte de un debate a escala pública. Sería entender el arte como objeto no únicamente estético o de mercado, sino como algo que crea nuevos horizontes de relaciones sociales, nuevas perspectivas de crecimiento humano.

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