Alexander Ramos: El hombre de hierro del béisbol cubano

Alexander Ramos: El hombre de hierro del béisbol cubano
Fecha de publicación: 
8 Abril 2018
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   Pero la realidad es que Alexander Ramos, el hombre de hierro del béisbol cubano, dijo adiós hace ya 12 años a los clásicos nacionales y dejó un vacío difícil de llenar en su novena y en el cariño de los aficionados.

   El segunda base de la Isla de la Juventud fue todo un modelo en cuanto a constancia, con un rendimiento excepcional durante estos años en que los diamantes cubanos se acostumbraron a su sempiterna presencia, como dice el dicho: Llueve, truene o relampaguee.

   Su rendimiento no hacía pensar en el retiro, porque Ramos fue el único jugador del béisbol cubano en haber conectado 100 o más indiscutibles en las campañas entre 1993 y 2005, tras haber quedado a las puertas de esa cifra en la XXXII Serie Nacional.

   Fue esa la única temporada en que el camarero isleño no llegó al centenar de inatrapables en clásicos cubanos, en la Serie Nacional 1992-1993, cuando conectó 96 en solamente 75 juegos.

   Desde entonces hasta la Serie 45, siempre se elevó por encima del centenar de batazos sencillos. El 26 de marzo de 1994 inició su larga cadena de mil 112 juegos jugados consecutivamente y terminó ese año una de sus mejores campañas, ya que registró 154 indiscutibles en 436 veces al bate (.353 de promedio ofensivo), compilando los 107 choques en que tomó parte.

   En la siguiente Serie Nacional (1994-1995) fue el único jugador capaz de llegar a 100 inatrapables, solamente contabilizando los 62 juegos del torneo, hazaña lograda en 266 veces al bate (.376 de promedio).

   Sin embargo, el intermedista isleño no fue convocado para la selección que ganó el título en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata.

   Comenzó ahí otro aspecto que eleva su figura, pues año tras año era marginado del principal equipo cubano para compromisos internacionales, a pesar de sus excepcionales rendimientos.

   Baste decir que es uno de los punteros históricos en el promedio ofensivo de los clásicos antillanos, con un impresionante .339, superando a otra gloria del pasatiempo nacional como el santiaguero Antonio Pacheco, precisamente el que le cerró muchas veces las puertas del combinado nacional.

   En 1996 se empinó hasta los .400 de promedio ofensivo, al sumar 104 batazos en 260 oportunidades; y en la XXXVI Serie compiló para .346 (126 en 264), pero ni ese año, ni el siguiente, en que cerró con .365 de promedio (120 en 329), y apuntalando a su equipo hasta la postemporada, lo incluyeron en la nómina cubana.

   Para los encargados de tal decisión no fue lo suficientemente importante que por primera vez la Isla de la Juventud accediera al grupo de los ocho grandes de la pelota cubana, pero eso no quedó ahí, pues Alex y sus colegas Michel Enríquez y Juan Carlos Moreno (con más suerte en trajines del equipo Cuba) guiaron a la novena hasta la final occidental, donde cayeron en cerrada porfía con Industriales.

   La otra ocasión en que Ramos sobrepasó la privilegiada marca de los .400 de promedio ofensivo fue en la temporada 2000-2001, cuando finalizó en .404 (de 364-147), pero tampoco fue líder de los bateadores, porque lo superó el tunero Osmany Urrutia, quien iniciaba en ese momento una seguidilla de lideratos ofensivos que se extendieron por cinco años, cuatro de ellos por encima de los .400 (récord absoluto).

   Los dos últimos años jugados por el camarero isleño para nada avalan la decisión de dejar los diamantes, pues muchos quisieran promediar .330 (104 en 315) y .333 (108 en 324) no solo en el ocaso de sus carreras.

   Además, el rendimiento incluyó 18 dobletes y 47 carreras empujadas en la XLIII Serie y 22 batazos de dos bases y 62 remolques en la XLIV.

   Alexander Ramos puede sentirse más que satisfecho con su labor vistiendo la franela de su amada Isla, a pesar de que con las letras más queridas, las de Cuba, solamente pudo incluirse en el seleccionado que conquistó el cetro en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo-2003.

   Más que tranquilo, el ahora entrenador se dedica a preparar a sus coterráneos, basado en la maestría que le permitió en 18 zafras superar la marca de los dos mil indiscutibles en Series Nacionales luego de ser el Novato del año en la edición XXVII de la pelota cubana.

   Todos los números aportados anteriormente convierten al capitán del seleccionado isleño en un coloso del diamante, pero se quedan chiquitos para definir lo que ha representado su figura para la novena de la Toronja y para Cuba en general.

   Nos estamos refiriendo a uno de los deportistas cubanos (subráyese deportista y no solo pelotero) más ejemplares de la historia, cuya entrega y consagración lo convirtieron en ídolo de la afición antillana, que le reconoció todos los esfuerzos para mantenerse en forma a pesar de los sinsabores de su carrera.

   Para alcanzar la notable cota de mil 112 partidos jugados consecutivamente hay que recordar que no se trata sólo de jugar y de hacerlo bien, sino además de sobrevivir a las lesiones que inevitablemente aquejan a los jugadores cuando tienen varias campañas a cuestas, lesiones que en su caso no han sido pocas, pero que él ha superado saliendo al ruedo con gran fuerza de voluntad.

   En medio de su seguidilla también sufrió la enfermedad y posterior fallecimiento de su mamá, que lo forzó a viajar diariamente a La Habana para compartir sus visitas al hospital con sus compromisos beisboleros.

   Incontables fueron las ocasiones en que Alex Ramos intervino en un desafío con un brazo vendado, o cojeando, y más notable aún es la disciplina a toda prueba que implica su hazaña, pues cuántos no habrán sido los conteos o las jugadas que hayan molestado a este jugador en esos 10 años de bregar ininterrumpido, y tampoco fue expulsado.

   Si se toman en cuenta todas las ligas del mundo, incluyendo las profesionales, el segunda base cubano ocupa la séptima posición en cuanto a permanencia consecutiva sobre el diamante, ya que solo lo superan los norteamericanos Carl Ripken Jr (dos mil 632), Lou Gehrig (dos mil 130), Ever Scott (mil 307), Steve Garvey (mil 207) y Ricky Williams (mil 117), además del japonés Sachio Kinwasa (dos mil 215).

   Todos ellos son venerados y admirados en sus países de origen. Lo mismo merece Alexander Ramos en toda Cuba.

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