Jasiel Rivero: Los 41 puntos, otro escalón en la ruta de grandeza

Jasiel Rivero: Los 41 puntos, otro escalón en la ruta de grandeza
Fecha de publicación: 
25 Marzo 2018
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Jasiel Rivero, definitivamente, es un Don Quijote del baloncesto. Su manera de embestir a la vida, de sobreponerse a dos lesiones severas e intervenciones quirúrgicas cuando despuntaba su carrera deportiva lo han hecho, a sus 24 años, un jugador de sangre fría, efectivo a ambos lados de la cancha, líder del elenco Estudiantes de Concordia de la Liga Argentina, en su segunda experiencia de contratación en dicho escenario.

El deporte le ha jugado malas pasadas. En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014 le endosó 34 puntos y 22 rebotes a Puerto Rico discutiendo la presea de bronce. Sin embargo, Cuba perdió ese choque y él tuvo que abandonar la cancha por cinco faltas.

Recientemente, impuso récord de 41 puntos en un partido para el Estudiantes y su quinteto cedió 81-84 ante el Hispanoamericano. Dos dosis de café amargo para el capitalino de 2.04 metros y 107 kg de peso. Considerado por muchos, junto al pívot Javier Jústiz (milita en el San Lorenzo), como el basquetbolista más talentoso de nuestra armada, Rivero accedió a dialogar una vez más con CubaSí.

La plática, vía electrónica y previa a su sesión matutina de entrenamiento, transcurrió como si estuviésemos caminando ambos del Cerro Pelado a la cercana barriada de La Construcción, su nicho de crecimiento desde niño. Jasiel pisando fuerte, seguro con cada respuesta, como ese jugador capaz de resurgir, levantarse y desterrar viejos fantasmas de molestias, pese a que su armada marchaba, al momento de redactar estas líneas, en el lugar 13 (balance de 9-12) entre las 20 selecciones contendientes, que justamente comanda San Lorenzo (19-3).

¿Cómo te has ido adaptando a esta segunda experiencia en el Estudiantes?

«Me siento mucho mejor en todos los aspectos. La adaptación fue más sencilla. Ya la directiva del club me conocía. Lo más importante es que físicamente me siento fuerte, eso ayuda a la psiquis a trabajar duro en busca de un objetivo cuando pisas el terreno. Ahora juego con mucha más exigencia, pues me consideran uno de los líderes del equipo. Me desenvuelvo como cuatro o ala pívot, y he tratado de conjugar tanto el juego de frente al aro como de espaldas».

Sus números dan fe de ese liderazgo: en 18 desafíos es el cuarto hombre del Concordia con más minutos sobre la duela (456). Por si eso no bastara, marcha segundo en puntos (295), por detrás de Anthony Smith JR (316), con 61.2% en tiros de dos puntos, 36.4 más allá del perímetro, y 75.2 en libres. Además, acumula 109 rebotes (puntero), 15 asistencias y una decena de bloqueos.

¿Qué ha cambiado en tu sistema de juego y entrenamiento?

«He mejorado mucho mis tiros de larga distancia. Acá, y en cualquier otra liga de las de primer nivel, eso es muy importante como recurso para los jugadores de mi posición. Los aleros de poder mayormente juegan fuera de la pintura y, para ser más completo, debes tener buen tiro. Lo he estado trabajando a diario, hermano. Además, he aprendido a mantener las rutinas de calentamiento y estiramiento antes y después de los partidos. Eso, junto con el fortalecimiento en el gimnasio de los músculos, fundamentalmente los de las piernas, me ha ayudado a estar más tiempo en cancha y desgastarme menos».

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¿Cuál fue la fórmula para lograr semejante anotación?

«En este partido corrí mucho al contraataque, recibí muchas faltas y tuve muy buena efectividad desde la línea de tiros libres. Te confieso algo: siento que he mejorado mucho, pero todavía me falta más. Seguridad, precisión en esa larga distancia.

«Sigo aprovechando las oportunidades cuando tengo un jugador más bajo que le toca defenderme en el poste bajo, teniendo en cuenta que esa es mi mayor arma en la ofensiva, jugar de espaldas y voltearme en busca del canasto. Paralelamente, ahora es una prioridad mejorar mi tiro».

Hablemos del sueño de jugar en alguna liga de Europa, de tu quinteto preferido en Cuba y de los jugadores de la NBA que más sigues o te impresionan.

«Ya lo dices, es un sueño. En lo personal, creo que estoy buscando llegar a la altura de esos torneos. Es un baloncesto de mucha profesionalidad, se juega más posicional, pero los equipos que clasifican a la Euroliga tienen estrellas y son muy fuertes. Aún no me encuentro a ese nivel, pero paso a paso voy buscándolo.

«De Cuba, los cuatro hombres que prefiero tener en cancha conmigo son Osmel Oliva (base), Lisván Valdés (escolta-alero), William Granda (escolta-alero) y Javier Jústiz (centro). En cuanto a la NBA, los cinco jugadores que más sigo son Stephen Curry y Kevin Durant (Golden State Warriors), James Harden (Houston Rockets), Lebron James (Cleveland Cavaliers) y Anthony Davis (New Orleans Pelicans)».

El peso y acompañamiento de la familia, especialmente cuando miles de kilómetros de distancia los separan.

«La familia es algo muy importante, hermano. Para la carrera de un deportista, el apoyo es algo que se necesita. Los pienso todas las noches cuando me acuesto, en momentos difíciles como la derrota, un dolor muscular, una falta técnica que me pitan...

«Lo de mi padre es inexplicable. Fue jugador de voleibol y baloncesto, esa compañía suya desde niño ha sido esencial. Él, mi madre, mi hermana, son la familia que todo hijo quisiera tener. Y también está mi novia, sus mensajes de aliento, ese “te quiero” repentino por Facebook. Todo detalle es combustible para seguir luchando, concentrado en mis objetivos como baloncestista, intentando saciar mis ambiciones».

El Jasiel Rivero joven, cubano. ¿Número, color, comida, música?

«El número 14. Hay que ser fiel y defender siempre la camiseta. Me acompaña desde las categorías escolares. Mi comida preferida es el cerdo —con esa finura lo dijo—; los colores, blanco y negro, por estar opuestos, por el equilibrio, por la clase al vestir.

«Música... Tú lo dijiste: soy joven cubano, de un barrio como La Construcción. Prefiero el reggaetón, pero intento escuchar otros géneros. Entre ellos, las canciones de Silvio Rodríguez, pues siempre, en cualquier lugar donde estoy, me gusta pensar y creer que ¡Cuba va!».

Shassss!!!! Así, tan contundente y enormemente placentero como el sonido del balón que quema las redes y altera el marcador en la pizarra. El diálogo agoniza, con segundos por devorar el reloj; Jasiel se suspende, toma un lanzamiento desde el codo, burla mi defensa de interrogantes y le da la victoria a Cuba en Barranquilla, o mejor aún, Lima, o más remotamente, China 2019. Porque sueños y canastas pueden ir de la mano, sobre todo en tiempos en los que nuestro baloncesto necesita aferrarse a quimeras.

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