Cuba: Popular dulce fue homenaje a soprano italiana

Cuba: Popular dulce fue homenaje a soprano italiana
Fecha de publicación: 
17 Marzo 2018
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Gazzaniga (1824-1884) se hizo rápidamente famosa en la capital cubana. Debutó en el escenario del teatro Tacón habanero, ya desaparecido, con una interpretación de "La Traviata".

Según fuentes del Centro para la interpretación de las relaciones culturales entre Cuba y Europa, una entidad de la ciudad, la artista en 1858 protagonizó el enfrentamiento más famoso entre cantantes de la época en La Habana, a partir de una rivalidad con la soprano Josefina Cruz de Gassier, en la escena del que fuera famoso teatro Villanueva durante la temporada correspondiente al invierno de 1858-1859.

Según el diario local Juventud Rebelde, que narra la historia, la soprano italiana obtuvo tal popularidad que dulceros y panaderos habaneros amantes del bel canto, admiradores suyos tras sus tres actuaciones, como homenaje hicieron un dulce con el nombre "De Gazzaniga".

Ese pan dulce o panetela de forma rectangular, que en ocasiones suele confeccionarse con frutos secos, con los años cambió su nombre al de gazeñiga, un postre aún muy consumido por los cubanos, especialmente junto a helados.

También fue la popularidad de Gazzaniga la que llevó en la época a los reconocidos compositores habaneros Agustín Cascante y Tomás Ruiz a dedicar contradanzas a la artista italiana, con los títulos "La simpática Marietta" y "El triunfo de la Gazzaniga" respectivamente.

Durante el siglo XIX y principios del XX, artistas del bel canto italiano visitaron con frecuencia La Habana.

La actuación más famosa fue la del tenor Enrico Caruso. En 1920 se presentó en el escenario del Teatro Nacional una temporada de ópera y cautivó a los habaneros con su voz muy potente y de gran belleza. Caruso escogió la ópera "Aída" del compositor Giuseppe Verdi para finalizar su actuación, pero con menos suerte que Gazzaniga su presentación resultó cortada por el estallido de una bomba que estremeció el teatro.

Se cuenta que Caruso, vestido de Radamés, el egipcio, salió del teatro y debió correr a largo de todo el Paseo del Prado habanero, que termina en el mar, ante la mirada sorprendida de los transeúntes para protegerse en su hospedaje, el Hotel Sevilla.

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