MIRAR(NOS): Adictos al amor

MIRAR(NOS): Adictos al amor
Fecha de publicación: 
5 Marzo 2018
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Saltará seguramente algún químico a contarme el cuento de las descargas neuronales, la activación de hormonas y la ceguera mental, evidentes corolarios de que se está perdidamente enamorado.

Recientemente investigadores de la Universidad College de Londres captaron imágenes de cerebros enamorados y concluyeron que ante la visión del ser amado no solo se activan algunas zonas del cerebro, como el córtex anterior cingulado, que también responde al estímulo de drogas sintéticas produciendo sensaciones de euforia, sino que las áreas encargadas de realizar juicios sociales y de someter al prójimo a valoración, se inactivan, o sea, literalmente nos volvemos ciegos de amor.

Aunque nos atraen las personas con rasgos similares a los nuestros, tendemos a elegir el olor de quienes tienen un sistema inmunológico distinto.

Y antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra. Incluso influye el tipo sanguíneo (A, B, AB, O), pues la atracción suele suceder con las personas del mismo tipo.

Ellos se enamoran por los ojos y ellas, por el oído. Eso ya lo sabíamos, pero en la primera etapa del amor, el enamoramiento, intervienen más los ojos del hombre, los oídos de la mujer, y el olfato en ambos, en especial las feromonas, sustancias que diferentes animales secretan y que producen modificaciones en el sexo opuesto y tienen que ver con la atracción. Al bailar se produce una fábrica de feromonas, que según la etapa de la vida en la que estén ambos, puede hacer que se dé atracción instantánea.

Después del orgasmo, el sistema límbico del cerebro libera la hormona oxitocina. Según el experto en el tema de la Universidad de Edimburgo, Gareth Leng, la oxitocina ayuda a forjar lazos permanentes entre amantes. Dicha sustancia afianza el vínculo entre una madre y su bebé, y se produce tanto durante un parto como en un orgasmo. Hace que la pareja se sienta más vinculada y cercana emocionalmente.

Cuando esta se combina con los estrógenos, hormonas femeninas, la mujer se siente cariñosa y conversadora. Pero cuando se mezcla con las hormonas masculinas, la testosteronas, puede provocarle a él una necesidad incontenible de dormir. Si se tienen suficientes relaciones con la misma persona es muy probable que esta bomba de hormonas nos haga perder la cabeza por alguien.

Desde la bioquímica, el enamoramiento se explica por la intervención de las sustancias monoaminas como la dopamina, un neurotransmisor y una hormona que se asocia con un sistema de recompensa y placer en el cerebro, así que cuando la secretamos nos sentimos muy bien.

Estudios realizados con imágenes de resonancia magnética funcional permiten ver que cuando una persona enamorada ve la foto del ser amado o escucha su nombre y la compara con un sujeto neutral, se le activan áreas del cerebro. Esto hace que él o la enamorada actúe extraño pierda el juicio, todo le parece perfecto; se le altera el sueño, y aunque trasnoche no se sienta descompensado.

Pero durante el despecho, se producen también unos cambios dramáticos en el cerebro que tienen que ver con un área llamada el córtex cingulado anterior, la misma que se activa cuando una persona sufre una experiencia dolorosa, no solo afectiva, sino física. Una bailarina que se fractura justo antes de una presentación siente el dolor multiplicado por 20.

Es parecido durante el despecho, porque la dopamina es adictiva y por eso la gente la busca. La sensación de ‘corazón partío’ es real y tiene que ver con la neurobiología, pero también con la sensación de pérdida del gozo absoluta. Si les parece bien, lo que dice la ciencia del desamor, lo hablaremos próximamente.

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