MIRAR(NOS): La ley del deseo

MIRAR(NOS): La ley del deseo
Fecha de publicación: 
23 Febrero 2018
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¿Sabía que el momento más placentero de un lirón australiano es también el último de su vida. Aunque en eso le va literalmente todo, en una cálida noche de verano este animal, no mayor que una ardilla, ama a una docena de hembras, luego muere extenuado. Por su parte, un chimpancé hembra se aparea 135 veces y un león de la sabana africana,(¡Atentos!) llega al clímax 500 veces, eso sí, sólo durante la corta época de apareamiento de la que disfruta –tres meses al año.

¿Impresionantes guarismos, no cree? Siga leyendo. El hombre, como media, practica el coito 1,5 veces por semana sin importar la época del año, la hora del día y está visto que tampoco interesa mucho el lugar. Según la antropóloga estadounidense Helen Fischer afirma: “Todos conocemos bien los impulsos sexuales, pero hay formas muy diferentes de disfrutarlos”. Los seres humanos llevan siglos persiguiendo la plena satisfacción sexual con técnicas tan antagónicas como la castidad y la adicción al sexo.

Los sexólogos hacen continuos estudios que les facilitan datos fiables sobre la frecuencia con la que mantenemos relaciones sexuales para establecer así los límites de la normalidad. Uno de los últimos estudios en este sentido es el realizado por el fabricante de preservativos Durex. Según éste, los españoles mantienen relaciones sexuales 90 veces al año, mientras que los estadounidenses lo hacen 132.

Sin embargo, contrario a lo que pueda pensarse no es la frecuencia sexual  lo más importante. La psicóloga y sexóloga Leonore Tiefer asegura: “No necesitamos más sexo, sino de mejor calidad. La presunta falta de deseo achacada históricamente a las mujeres se debe a las escasas aptitudes de sus amantes. El sexo no es la cosa más natural del mundo, sino una materia que necesita práctica y un aprendizaje continuo. Es como tocar el piano. Para ser bueno, es necesario un período de entrenamiento”.

Por ello Tiefer afirma: “En lugar de calcular la frecuencia del acto sexual, los especialistas deberían centrarse en los factores sociales y psicológicos que están relacionados con esta práctica”.

Otra investigación sugiere que el deseo sexual es una reacción conservadora anclada en los genes y en el cerebro.

La cooperación entre información genética, hormonas y células nerviosas origina tanto el deseo como la reacción necesaria  para poder satisfacerlo. En el cerebro, neurotransmisores y hormonas sexuales como estrógenos, testosterona y sus derivados se unen a los receptores neuronales y desencadenan una cascada de efectos libidinosos. Así, se activan genes que producen otras hormonas como la oxitocina –la hormona del orgasmo– o la péptido encefalina, cuyo efecto llevará a hombre y mujer a una unión sexual sin remisión.

Hay razones para suponer que la sexualidad es un pequeño motor interno que funciona de forma diferente según las personas. Hombres con un bajo deseo sexual buscan a menudo suplir sus carencias por los medios más insospechados.
Pero de la diversidad en el deseo podemos hablar más adelante, que ya este viernes está bastante subidito de tono.

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