Perú: Reforma agraria en reverso

Perú: Reforma agraria en reverso
Fecha de publicación: 
13 Febrero 2018
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Nuevos paros y bloqueos de carreteras se han producido en las últimas horas en varias regiones peruanas, luego de la represión a campesinos productores de papas cuyas cosechas se han estado pudriendo por negligencia oficial y una política que favorece a las importaciones de las prefritas y precocidas de Holanda.

Las protestas se han propagado a nivel nacional, luego que fuerzas policiales dispararon a mansalva contra manifestantes, matando a varios de ellos, hiriendo y apresando a centenares, al tiempo que elementos infiltrados se dieron a la tarea de tratar de eliminar a los dirigentes del movimiento que se ha extendido a Junín, Ayacucho, Apurímac y Huancavelica.

Esta falta de previsión, ligada con la desidia gubernamental e intereses de importadores que sacan jugosas ganancias, han provocado que miles de familias estén padeciendo de hambre en unas tierras que son consideradas de las mejores del mundo, no solo para la agricultura, sino también para la minería, que hace que la nación crezca económicamente, hecho que es obnubilizado por la creciente desigualdad que ello ha conllevado.

En el caso de los productores de papas, estos demandan al Estado que aumente la barrera de importación, fije una franja de precios para el tubérculo y asuma el compromiso que planteó de comprar papa para los programas sociales, lo cual revela la nula planificación agraria que hay desde el Estado.

Esta situación se agrava porque en el país no hay una industria de procesamiento de papa que podría hacerle frente a los productos importados.

Cuarenta y nueve años atrás, cuando el general Juan Velasco Alvarado redactó el acta de defunción de las grandes haciendas mediante la reforma agraria, a nadie se le hubiera ocurrido pensar que los latifundios regresarían. Y menos aún, cuantiosamente recargados. El latifundio de hoy es distinto. No existen los siervos, pero sí una legislación laboral en la que “flexibilidad” es el eufemismo de “abuso”. Los nuevos terratenientes no son aquellos de botas y látigo que tan bien retrataba Arguedas: ahora pueden ser corporaciones fantasmales que desde algún lugar del país o del mundo digitan el destino de la tierra.

Perú es un país que se caracteriza por las encuestas semanales, pero no nacionales. El último censo agrario se llevó a cabo en 1994, y desde entonces se ha producido un proceso irreversible de lo que fue una reforma agraria, no perfecta, pero sí posible de enmendar con buena voluntad, inexistente en varios gobiernos y principalmente en el actual del acaudalado Pedro Pablo Kuczynski...

Siempre se propagandiza acerca del crecimiento inédito de Perú, pero el número de hectáreas que en algún momento llegaron a justificar la reforma agraria hoy aparece triplicado. No hay cifras oficiales, y solo las entidades no gubernamentales se preocupan por el tema.

Alegan con razón que no se puede permitir que Perú sea propiedad de unas cuantas personas. Las nuevas propiedades superan largamente las extensiones que tenían las grandes haciendas anteriores a la reforma agraria. En el valle de Huaral, por ejemplo, el fundo más grande antes de la reforma agraria tenía 1 200 hectáreas, y la hacienda más chica, pero considerada expropiable, era de 400 a 500. Todas las haciendas que fueron expropiadas por el gobierno, no llegaban a las 16 000 hectáreas y ahora la empresa privada Camposol tiene 25 000 en inversión.

Han salido en el país algunas voces a cuestionar la nueva acumulación de tierras que se está realizando con prisa y sin pausa; voces ligadas por lo general a los pequeños agricultores, los grandes perjudicados. En el Congreso descansan algunos proyectos de ley destinados a limitar la acumulación de tierras. Una propone un límite máximo de ¡40 000! hectáreas. Una barbaridad.

Ello representa una burla, ya que este y otros límites que se ofertan terminarían legalizando los latifundios. Una de las propiedades más grandes que expropió la reforma agraria de Velasco fue la hacienda azucarera de Casagrande, que no llegaba a las 30 000 hectáreas.

Es decir, la reforma agraria se hizo por mucho menos de lo que algunas propuestas de ley pretenden limitar. En esos predios la empresa Gloria tiene ahora 60 000 hectáreas de tierra, sin contar las 15 000 de Olmos. Es difícil imaginar tanto poder económico desligado presuntamente del poder político.

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