CRÍTICA DE CINE: Sácame del paraíso

CRÍTICA DE CINE: Sácame del paraíso
Fecha de publicación: 
12 Febrero 2018
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Ya sabemos cuán azarosa puede ser la respuesta de la familia... que en este caso les echa en cara su poca buena fortuna. Humillados y desesperados, su vida cambia cuando se encuentran de casualidad un sitio donde no los problemas ecónomicos no existen.

En Wanderlust (título original) o Sácame del paraíso (título hispano) un grupo de personas vive en una comunidad donde se comparten todos los espacios. Donde se hace el amor libremente y con quien uno desee. Donde se comparte lo poco que se tenga. Y por cierto, donde se hacen las necesidades fisiológicas delante de todos. No importa el dinero y no hay nada que esconder.

La pareja siente que es el paraíso. Han encontrado un sitio donde pueden ser ellos mismos, donde pueden convivir lejos del iphone y de sus problemas financieros. Pero... Ningún sitio está exento de problemas. También en ese paraíso tienen que lidiar con la mentira y demás miserias humanas.

La cinta no sorprende por su originalidad. Para empezar la pareja protagonista –por cierto, con mucha química entre ellos- es Jennifer Aniston y Paul Rudd. Y ya sabemos qué tipo de película podemos esperar cuando vemos el nombre de la Aniston en los créditos: una comedia romántica que nos hará pasar un rato agradable.

Por mucho que lo intente, Jennifer Aniston –cuya edad real comienza a notarse por más que ella la camuflajea- no logra opacar demasiado a su personaje de Rachel en la serie de Friends. Incluso su vida privada es mucho más jugosa que su actual carrera cinematográfica.

En la comunidad Elysium las personas se pasan todo el tiempo fumando, escuchando y tocando música. Lo mismo ellos se bañan desnudos que duermen con un caballo en la habitación… Se asemeja mucho al grito de libertad que promocionaba la cultura hippie en los años ´60. Por lo que se me antoja decir que quizás sea esta una cinta nostálgica.

Ya se sabe que los hippies abrazaban la revolución sexual y creían en el amor libre. Promovían un estilo de vida bohemio y tenían fines ecológicos. Todo lo que tiene la comunidad de la película.

El asunto es, señores, que las décadas siguen pasando y el ser humano no tiene ni la más mínima idea de cómo lograr ser feliz. Solo sabemos -e incluso esto ya lo habían dejado claro los griegos hace veinte siglos- que no sabemos demasiado a la hora de lograr la felicidad.

Sácame del paraíso (David Wain, 2012) entrega momentos de escenas genuinamente divertidas y logra, en algunos momentos más que en otros, cuestionarnos la eficacia de la poligamia y el alcance infinito de la doble moral… a la vez que nos arranca algunas genuinas sonrisas.

 

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