MIRAR(NOS): Memoria de besos

MIRAR(NOS): Memoria de besos
Fecha de publicación: 
17 Noviembre 2017
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Hace muy poco, por ejemplo, probaron la realidad de que un ratón se vuelva depredador, únicamente por estar cerca 24 horas, los siete días de la semana, de un video con animales que devoran a sus semejantes.

Por supuesto: deliberadamente el roedor no mirará el video, lo hará de casualidad, y entonces irá incorporando las nuevas formas de actuación. Ese estudio viene a dar cuenta de la capacidad, también humana, de repetir conductas, aunque jamás se haya tenido nociones, ni siquiera remotas, de tales modos de vida.

Recientemente leí que la piel tiene memoria. Una herida, convertida ahora en cicatriz, puede ser recordada por nuestras células, aunque con antelación sabíamos que el cerebro sí guarda los mejores recuerdos.

En lo personal, creo que se puede olvidar un beso, pero la forma de besar, es inevitable, queda prendida en alguna parte del subconsciente. Viene a ser como una cicatriz también, en esencia más dulce, por supuesto.

A mí me gustan los besos, de todas clases, y no puedo decir que esta preferencia me haya garantizado algún tipo de experticidad. Recuerdo perfectamente el primer beso que di a mi hijo y el de esta mañana, cuando lo dejé en la casa de su cuidadora.

Sin embargo, garantizo que él los olvidará. No importa, se los iré reemplazando, de manera que vaya dando F5 (actualizar) a su pequeño cerebrito, y de manera también que siempre pueda atesorar las mejores memorias en lo que respecta a mi cariño.

Pero ustedes que me leen, estoy segura esperan que hable de otros besos: los apasionados, los que te ponen de vuelta y media con ganas de otro, de otro y de otro beso.

Hay mucha valentía en quien besa por primera vez a alguien. Corre el riesgo de desencantar, y en los tiempos actuales es demasiado común que otras cosas se roben el show; es decir, que se pase a otros momentos y se obvien las características erógenas de los labios, que nos hacen (ya se sabe) el favor de explorar sensaciones.

Yo creo que no debiera haberse estandarizado a nivel mundial el saludo con beso; para los allegados sí, pero para todos no.

Se puede desvirtuar su calidad; su probada eficacia en todas las cuestiones, de tanto que se usa, puede caducar, o peor: a la gente le parecerá tan común, que dejarán de usarlo como la garantía absoluta que es.

Ya lo dijo el poeta: lo mejor no es el beso, sino su continuación.

P.D.: Si llegó hasta aquí esperando que le hablara de mi primer beso, exonéreme esta vez… es algo tan lejano y tan mío, que prefiero guardarlo.

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