China: Un Congreso para recordar

China: Un Congreso para recordar
Fecha de publicación: 
28 Octubre 2017
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Ciertamente bastante, aunque no suficiente, se ha reportado del más reciente Congreso del Partido Comunista de China, el número 19, que, como cada uno de los anteriores, marcó un paso de avance e inflexión sobre el futuro de la nación que tiene la quinta parte de la población mundial y hoy constituye el obligado referente para la economía planetaria.

No fue un evento para enorgullecerse de los logros y avances en numerosas esferas políticas, económica y sociales, sino del obligado reto para eliminar lo que se tenga que eliminar, con el fin de construir un socialismo con especificadas chinas, esas que son intrínsecas a cada nación que haya escogido igual camino.

Medulares explicaciones ofreció el académico Zhou Xinyu a la enviada especial de Granma, Iramsy Forteza, antes de comenzar el evento, todo un pronóstico de cómo la organización se prepara para trazar estrategias económicas, con el fin de convertirse en una sociedad moderna e industrializada, erradicar la pobreza, intensificar el combate a la corrupción y lograr un medio ambiente sano.

Y los resultados del evento, en el que se reeligió al Secretario General del Partido, Xi Jinping, confirmaron su decisión de encontrar la vía para que  el otrora país pobre se vuelva rico, fuerte, civilizado, en un socialismo con sus características propias, que ayudará a cambiar a China, “no porque Estados Unidos u otros quieran”, afirmó Zhou, quien indicó que mientras ese país quiere cerrar sus fronteras, “China puede tomar ese espacio vacío y ser un importante socio económico para Asia, África, América Latina y el Caribe”.

No dormirse en los laureles

Desde que el proceso de reforma y apertura se introdujo en 1978, la nación ha tenido un crecimiento promedio anual del 7,2%, y en estos momentos presenta un desempleo de apenas el 3,97%, enfrascándose ahora en mejorar la calidad de una producción que la ha llevado a ser el líder mundial en numerosos rubros:

Valor bruto de producción industrial, minería y procesamiento de hierro, acero, aluminio y otros metales, además de carbón. Maquinaria, armamento, textiles y vestuario; petróleo, cemento, productos químicos, abonos, productos de consumo como calzado, electrónica o juguetes. Alimentos, equipos de transporte como automóviles, vagones, locomotoras, barcos y aviones. Equipos de telecomunicaciones, lanzaderas espaciales de uso comercial y satélites.

Pese a críticas iniciales, China ha estado logrando llegar a lograr la meta de ser una nación modestamente acomodada, decisión clave del reciente evento partidista para lo cual, su dirigencia adoptará los necesarios cambios dentro de un modelo del socialismo con sus propias características, en la que adapta a sus propias condiciones la economía de mercado, pero, subrayo, al estilo socialista.

La característica principal de esta forma económica es que las industrias básicas y sectores regulados como las telecomunicaciones o el sector bancario, son mayoritariamente propiedad del Estado, pero compiten entre ellas en un sistema de precios establecidos por el mercado. En contraste con la concepción más común de "socialismo de mercado", el Estado Central no interfiere rutinariamente a fin de establecer precios ni favorece a empresas estatales por sobre las privadas.

Ventajas

China tiene la ventaja de la incorporación continuada de grandes cantidades de mano de obra no cara y cada vez más calificada, inversiones en bienes de capital básicos, mejora de infraestructuras y aprovechamiento de los recursos naturales.

Entre los mayores motores de crecimiento de la economía China, están la apertura comercial y un duradero enfoque hacia las exportaciones a través de subsidios impositivos, permisibilidad hacia la inversión exterior y el ingreso de grandes flujos de capital extranjero, fuertes inversiones públicas en infraestructuras de transporte y la aceptación de la economía de mercado mixta y sus mecanismos de formación de precios, mercados de capitales y propiedad privada como vías para mejorar la eficiencia de los viejos monopolios públicos y crear un tejido industrial secundario privado, normalmente a través de joint ventures o empresas mixtas entre gobiernos locales y empresas extranjeras.

Ya en el 2013, el presidente Xi Jinping había proclamado el Sueño Chino y fijó como meta a corto plazo lograr que en el año 2021, la sociedad china viva al menos modestamente acomodada, y a largo plazo que se convierta en un país completamente desarrollado para el 2049.

Ambas fechas tienen una importante carga simbólica, pues en el 2021 será el 100º aniversario de la fundación del Partido Comunista de China y en el 2049 el centenario de la fundación de la República Popular China.

Quien haya seguido el reciente evento del Partido Comunista de China tendrá fuertes convicciones de que esas metas serán cumplidas.

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