Suciedad norteamericana: Fortalecen lobby de las armas

Suciedad norteamericana: Fortalecen lobby de las armas
Fecha de publicación: 
21 Octubre 2017
0
Imagen principal: 

Para una sociedad digna, pudiera ser escandaloso y motivo de castigo judicial el conocer que unos 230 congresistas reciben dinero del lobby de las armas, el segundo en fortaleza en el legislativo norteamericano, después del israelí, pero nada de esto es punible en Estados Unidos.

En cuanto a las cifras que devengan esos legisladores, gracias a la «generosidad» de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés), se ocultan las reales, pero sí se sabe que son cuantiosas las otorgadas a John McCain, quien fuera candidato a la presidencia, y al senador Marco Rubio, de origen cubano, así como a los también integrantes de la mafia gusanera de Miami, Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart.

Esto, por supuesto, no es nuevo ni sorprende en una sociedad enferma, y los nombres antes mencionados ya han estado envueltos en negocios turbios en los que la justicia elude estar presente.

Así que cuando se dice que el lobby de las armas, especialmente la parte manejada por la NRA, se fortalece, es que así es, cuando debía haber ocurrido lo contrario, tras la masacre de los asistentes a un festival de música country en Las Vegas y los también recientes tiroteos en clubes, colegios e iglesias, principalmente protagonizados contra los afronorteamericanos.

Y es que los fabricantes de armas se sienten poderosos, luego de haber derrotado la campaña en contra del anterior presidente, Barack Obama; manipular la Segunda Enmienda Constitucional; marcar como traidores a quienes se niegan a poseer un arma y tener como fiel respaldo a Donald Trump, quien dijo y subrayó que este no era el momento de limitar el acceso a la «defensa». El  actual mandatario recibió fuerte apoyo financiero de la Asociación durante la campaña electoral.

La compra de conciencias de legisladores ha hecho que la NRA tenga derecho de veto respecto a las propuestas de ley sobre armas, y su influencia es tan grande, que hace años eliminó legislativamente la posibilidad de que el gobierno estadounidense financie estudios de salud pública relacionados con la posesión y sus efectos.

Con casi seis millones de miembros de una fidelidad casi, o completamente fanática, la NRA ha sido capaz de derrotar o anular prácticamente toda iniciativa presentada en los últimos 50 años que, desde su punto de vista, limite de alguna forma el derecho a que un estadounidense tenga y disfrute de las armas.

La actual NRA está lejos, muy lejos, de aquella que ayudó al gobierno al final de los años 60, cuando hubo asesinatos de tan alto perfil como el del presidente John Kennedy, de su hermano y aspirante presidencial demócrata, Robert Kennedy, o del prócer negro Martin Luther King, en un tiempo de violentos cambios sociales que llevaron al Congreso a pasar una ley de control de armas.

La reacción a esa legislación llevó a lo que algunos consideran como el nacimiento de la NRA moderna, en 1977, para ser exactos, cuando, con base en el desagrado de la membresía, un grupo de activistas relativamente jóvenes y muy indignados por la «intromisión gubernamental» asumió la dirección de una agrupación que, hasta ese momento, había sido  más o menos políticamente inocua, y la transformó en una fuerza política, con una interpretación muy personal de la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense.

Esa formulación consideraba, de entrada, que cualquier regulación podría afectar los derechos de los propietarios de armas, y que la meta última era la prohibición total de su posesión. La retórica se endureció, al grado que comenzaron a comparar a los agentes federales, en especial de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF, por su sigla en inglés) con «rufianes» de las tropas de asalto nazis, «con sus cascos como cazos y los uniformes negros», dedicados a hostigar y asesinar a ciudadanos cumplidores de la ley.

Y ante las cada vez más frecuentes noticias sobre matanzas en una escuela, o en una sala de cine, o en un centro comercial, la NRA permanece impávida y afirma: «Las armas no matan a las personas; son las personas las que matan...»

A lo que le agrega Wayne LaPierre, vicepresidente ejecutivo de la NRA y su actual motor inspirador: «Lo único que detiene a un hombre malo con un arma es un hombre bueno con un arma».

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.