De mis recuerdos: González Barros, Chocolate, Pincho...

De mis recuerdos: González Barros, Chocolate, Pincho...
Fecha de publicación: 
20 Octubre 2017
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Por José González Barros nunca lo supe aunque ocupaba un puesto destacado entre los que me forjaban como ser humano y profesional hace 55 años. Mucho más allá de la sonrisa y la mano sobre el hombro, censuraba cualquier paso equivocado dado por mí en contenido o forma sobre las cuartillas y hasta en el vivir, sin dejar de aprobar, lejos de la alharaca, cualquier acierto mío. Cuando obtuve mayor madurez, me confesó: “te llevé recio para cuidarte. Demasiado canto a un joven periodista en sus comienzos, le hace daño, mucho daño...”

Un colega de su generación, el alma abierta al nuevo fulgor, narró a varios de los recién llegados al periodismo lo que ocultaba lejos de la vanagloria el ilustre veterano:
     
"La Liga Profesional de Pelota acostumbraba, cuando terminaba el campeonato, a repartir un buen porcentaje de los ingresos entre los periodistas que la cubrían. Imagínense..., un reino propicio para las manos atadas, más bien, los ojos y los oídos tapados y un cerrojo en la garganta ante las deficiencias. Proliferaban adulaciones en periódicos, por la radio y la televisión; se mentía, se agregaban numeritos positivos y calidad inexistentes a los players importados. La vista puesta en los pesos.  Propio de la época, muchachos".
 
Su acostumbrada tacita con café antes de proseguir:

"Cuando se lo propusieron, a González Barros el rostro se le puso rojo, parecía que iba a explotar. Explosión fue su decir: “A mí nadie me compra”, antes de mostrar la espalda al funcionario. Así  era; así es Pepe”.
 
Hasta su último suspiro fue así.

EL ADIÓS DE CHOCOLATE

Recordé especialmente esta anécdota cuando Elio Menéndez y yo emprendimos la confección del libro sobre Kid Chocolate. Al entrevistar e investigar hallamos centenares de ‘plumiferadas’, muchas con el dinero por medio; abundaban textos embusteros en relación con varias peleas del Chócolo cuesta abajo, la divulgación asociada a la falsedad con tal de lograr buenas bolsas y recaudaciones, inventando incluso cualidades en mediocres rivales o ensalzando al que le quedaba solo la fama, sean Bensa, Fillo, Feldman o Jerome. Acerca de dichas falacias, existentes  ya desde la gira por Europa, escribimos:

“No es el mismo Chocolate, aunque la propaganda en España sobre el campeón será bomba de humo. Los adjetivos, la exageración, tratan de ocultar el verdadero estado del  as… Del Kid no quedaban ni sus facultades maravillosas, ni la confianza que le hizo creerse invencible entre las cuerdas...”  En cuanto a su último combate: “Se trataba de presentar a Jerome como el hombre que permitiría al Kid volver a los planos estelares. ¡Y comenzó a echársele aire al globo!”

Empezaba a ser peldaño. Todavía se le podía sacar plata. Hubo una voz que se opuso a esa injusticia, la del periodista, manager y promotor Luis Felipe, Pincho, Gutiérrez. Después de las tablas piadosas con el gris Nick Jerome (18-12-1938, Palacio de los Deportes, La Habana) quien fuera guía  por muchos años (ya no lo era) del primer púgil cubano en alcanzar un cetro mundial, le habló muy firme:
    
"Lo que has hecho anoche en el ring es deprimente para tu historia…Tú sabes también que de continuar peleando de ese modo, recibiendo semejante castigo, sin poder defenderte, irremediablemente te ha de significar que algún día andes como las ruinas que en tan grande proporción produce el cuadrilátero…Loco, paralítico, en la miseria, hecho una burla y una lástima. Retírate del boxeo para siempre”.

Según un reportero, testigo de la conversación: “Kid Chocolate no pudo responder una sola palabra... Como antes, como siempre, prestó obediencia a Pincho Gutiérrez y se ha retirado del boxeo” (Bohemia, 30-12-1938). Esa posición no nacía de un arranque emocional: era lógica en un hombre con la altura de Luis Felipe. A él le dedicamos un capítulo en la biografía de su más brillante discípulo. De aquel tomamos algunas líneas:     
       
“De origen nada humilde-los padres eran dueños de una flota pesquera en Surgidero-a Luis Felipe lo enviaron a estudiar a Estados Unidos. Allí se familiarizó con el boxeo: le golpeó como hobby, se le hizo negocio y, sobre todo, le entró en la sangre para siempre… En 1925 llevó su primera cuadra a Nueva York: Black Bill, Relámpago Sagüero, entre otros. Después, sería Chocolate su gran salto… Participó, a su vez, de las ganancias del célebre panameño Al  Brown, titular mundial batam...

“Atleta él mismo en su juventud, Pincho practicó baloncesto, lanzó con acierto la jabalina (de ahí su apodo) y formó parte  de la canoa ganadora del torneo nacional, la del Dependientes, la misma donde remara Mella. Nunca olvidará a éste, y algo de la rebeldía del  líder revolucionario le llegó adentro; con el tiempo le fue creciendo.
 
“Con valor y habilidad se lanzó a conquistar el Norte con sus deportistas, y lo logró, especialmente con el Kid. Hábil en la dirección de su pupilo, lo supo elevar a la cima. Era negocio, cierto; sacaba ganancias, cierto; pero es difícil que un gladiador de nuestra época diga lo que ha dicho Chocolate de su manager:

"Pincho, ¿mi amigo? No, más que eso, mucho más que eso; mi hermano, mi padre. Si le hubiera hecho caso en muchas cuestiones...

“A pesar del éxito, Pincho había escrito desde Nueva  York a un amigo: ’Aquí estoy en mi torre de marfil. Todo aquí es falso y me dan ganas de dejarlo todo y volver a La Habana donde se respira el aire de sinceridad. Todo aquí se arregla con dinero. Los sentimientos se fabrican con dinero y para no contagiarme con esta falsificación humana, me encierro por las mañanas en mi oficina de Broadway donde sueño con librarme algún día de esta gente que no puedo resistir’

“En La Habana se daría cuenta de que tampoco en su tierra era fácil respirar la sinceridad, y los que luchaban por ese aire, por la felicidad plena, eran perseguidos y hasta asesinados. Intuyó, algo más tarde, que tras las bambalinas de la acogida había pedazos podridos…. Y en una de las despedidas a las temporadas de reposo, dijo hasta luego con una carta pública violenta en la que desnudaba el país y mostraba mucho de lo malo existente. Tomó partido contra lo turbio.

“Por eso, a mediados de los años cincuenta, un periodista señaló: ’Sus afanes rebeldes no son de fecha reciente. Por el año 1930 ya estaba Pincho-que nada necesitaba entonces-en andanzas revolucionarias’. Fueron más que andanzas.

“... tenía imperfecciones, debilidades. No era plenamente puro. Recordemos el poema de Guillén sobre la pureza… ¿Era fácil ser puro en aquella sociedad prostíbulo?  Mánager de boxeadores rentados, no podía escapar del negocio. Pasó por pantanos terribles, y las huellas apenas se distinguían. En la balanza, sus virtudes superan por mucho a los defectos.

“ El 14 de enero de 1957 dejaba de existir Luis Felipe Pincho Gutiérrez, a los 57 años de edad, víctima de un colapso, en su casa del reparto Almendares. Estaba escribiendo un comentario para el escuchado espacio Verdades deportivas. En la cuartilla, escrita a medias, dentro  de la máquina de escribir, atacaba la caótica situación del deporte en Cuba: su trompada iba más allá: contra el batistato”.

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