Estados Unidos impide la paz en Siria

Estados Unidos impide la paz en Siria
Fecha de publicación: 
15 Agosto 2017
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Los alevosos bombardeos contra civiles indefensos, muchos de ellos refugiados que regresaban a Siria; ataques contra fuerzas del ejército de Damasco que perseguían a sus “terroristas buenos”, y la amenaza de repetir bombardeos misilísticos como el efectuado no hace mucho contra una base aérea siria, hablan a las claras de que el Gobierno de Donald Trump no está dispuesto a permitir la llegada de la paz a Siria, la que el propio Estados Unidos interrumpió hace seis años al incoar, promover y desatar una guerra que ha costado la vida a más de 300 000 personas y la huida de millones a países vecinos o del Mediterráneo europeo, donde muchos han perecido ahogados.

Ahora trasciende que está construyendo una base militar en el norte sirio, que se agrega a las fuerzas que envió a regiones fronterizas iraquíes, con el fin de detener el avance de un ejército que, con la ayuda solidaria rusa, libanesa e iraní, ha proseguido su avance y liberado territorios que antes ocupaba el Ejército Islámico y otros grupos afines, integrados por elementos fanáticos de diversos países con cabecillas entrenados por las inteligencias occidentales e israelíes.

Los planes imperiales han estado zozobrando constantemente, por los exactos bombardeos de la  aviación rusa contra instalaciones logísticas terroristas y el derribo por el ejército local de un avión israelí y una docena de drones, dos de Tel Aviv y el resto  norteamericanos en las regiones de Homs y Al Sweiza, así otros tres en la provincia de Latakia por la 144ª Brigada en la ciudad de Kessab. Los aparatos estaban sobrevolando las posiciones de las fuerzas sirias en la citada urbe, informó este lunes el portal Web sirio Al-Masdar News.

Como se puede apreciar, lo anterior es la muestra más palpable de la cada vez mayor intromisión militar estadounidense, y confirma que la ansiada paz está aún muy lejos, pues Washington no se resigna a perder en Siria.

El país árabe significa para EE.UU. un obstáculo en su camino al Oriente; por ello, junto a actores regionales del calibre de Israel, Turquía, Arabia Saudita y otros de tercera línea que brindan territorios y petrodólares, convinieron en apoyar a bandas terroristas convertidas en puntas de lanzas de un plan destinado a lograr tres objetivos comunes: eliminar a Bashar Al Assad; traer nuevamente al rebaño a un Iraq tan desorbitado y desmembrado, que solo encontró apoyo en Teherán; y quebrar por sus tres costados la alianza Irán-Siria-Hezbollah.

En el diseño de las acciones, solo faltaba adivinar qué iba a hacer Rusia. Para muchos en Washington las frías e impotentes reacciones de Moscú ante las intervenciones de la Organización del Atlántico Norte en Yugoeslavia, Afganistán, Iraq y más recientemente Libia, indicaban la intención del Kremlin de evitar un enfrentamiento directo o indirecto con el poderío militar de EE.UU. y sus aliados.

Sin embargo, otros no soslayaron el hecho de que Siria no es un simple aliado que acoge la única base militar rusa en el Mediterráneo, porque es, desde tiempos de Catalina la Grande, una frontera estratégica, una línea roja que el Kremlin siempre mantuvo infranqueable.

Por tanto, la alerta estaba hecha y en consecuencia, si se hacía imposible alcanzar los tres objetivos planteados, EE.UU. tenía previsto pasar a un plan B: alimentar una larga y prolongada guerra de desgaste contra Siria, e intentar convertir a ese país en otro Afganistán para Rusia, pero EE.UU. no contaba con un gobierno como el de Vladimir Putin que se movió con precisión de ajedrecista para evitar el cumplimiento de cualquiera de los objetivos estadounidenses.

Putin aceptó el pedido de ayuda del gobierno de Damasco, para a continuación combinar con astucia las acciones en el frente político-mediático-diplomático y también en el militar. En este segundo caso, ha pasado paulatinamente del apoyo logístico y de inteligencia al ejército sirio, a las acciones directas de cobertura y enfrentamiento a las bandas terroristas, esencialmente con su aviación y sin comprometer grandes contingentes de tropas en el terreno. Todo ello le ha permitido obtener y mantener la iniciativa estratégica en el conflicto.

Y a pesar de las acciones al principio enumeradas, Estados Unidos ya ha comprobado que no podrá sacar como desea a Bashar Al Assad, y ha optado por la continuación de un conflicto que sigue desangrando al país.

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