Kenia: Donde elecciones es sinónimo de violencia

Kenia: Donde elecciones es sinónimo de violencia
Fecha de publicación: 
16 Agosto 2017
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A más de una semana de los comicios presidenciales en Kenia, los disturbios de protesta por el presunto fraude que reeligió al presidente Uhuru Kenyatta se han extendido desde la capital hacia zonas del interior, con una veintena de muertos y varios centenares de heridos, mucho menos que en las consultas del 2012 y, sobre todo, las del 2017.

En el considerado estado más desarrollado y próspero del oeste africano, centro importante de inversiones capitalistas y gendarme de Occidente para reprimir conflictos en países vecinos, no reina realmente el hambre, incluso entre los más diversos grupos tribales, aunque cada consulta electoral se ha convertido en sinónimo de violencia.

En esta ocasión, la reelección de Kenyatta, con poco más del 54% de los votos, fue avalada por observadores de la Unión Europea y la Organización de la Unidad Africana, que expresaron “la total fiabilidad en el sistema” comicial, ante las denuncias de fraude emitidas por el líder opositor Raila Odinga.

Afirmaron que el proceso cumplió con "los estándares internacionales" establecidos y que fue un proceso "justo" y "transparente". Los representantes de la comisión de observadores, Marietje Schaake, miembro del Parlamento Europeo, y Thabo Mbeki, expresidente de Sudáfrica, también declararon que la votación y el recuento fueron realizados bajo total normalidad e integridad.

La eurodiputada holandesa pidió a todas las fuerzas políticas del país diálogo y confianza en la Comisión Electoral, diciendo que "esta falta de confianza no puede ser sustituida mediante el uso de tecnología en las elecciones. Solo a través de la transparencia, el diálogo inclusivo y un demostrado compromiso de todas las partes Kenia puede superar la polarización".

Estas declaraciones se suman a las del exsecretario de EE.UU. y también observador internacional del Centro Carter, John Kerry, quien exhortó a la bancada opositora a reconocer los resultados y llamar a la calma a sus partidarios.

Odinga denunció que tras el asesinato una semana antes de los comicios de Chris Msando, director de tecnología de la Comisión Electoral Independiente y de Límites de Kenia, las máquinas electorales fueron manipuladas para generar una brecha de once puntos entre Kenyatta y él. "Con eso se aseguraron de que los votos registrados no se reflejarían", lamentó.

Ante las acusaciones de fraude, el presidente de la Comisión Electoral, Wafula Chebutaki, declaró que efectivamente sí se generó un intento de ciberataque contra el sistema de votos, pero subrayó que no logró su objetivo, descartando la hipótesis de que los resultados finales oficiales fueron manipulados.

Pero ni esta declaración, ni el aval de las entidades internacionales e importantes funcionarios extranjeros que asistieron como observadores, pueden dar confianza absoluta, cuando ambos contendientes esgrimieron serias amenazas contra sus contrarios en el curso de la campaña electoral.

Para Occidente era importante que fuera reelecto el quincuagenario Kenyatta, el hombre más rico del país y eximputado por el Tribunal Internacional de La Haya por crímenes de lesa humanidad, quien desarrolla políticas neoliberales y sin más ideología que la del billete.

Odinga, de 72 años, simpatizó en su juventud con las ideas socialistas, pero luego abrazó el neoliberalismo, No obstante, es partidario de no enviar más tropas al exterior, con lo cual pondría en peligro los planes norteamericanos de injerencia, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, principalmente en Somalia.

Por lo pronto, las fuerzas armadas han sido desplegadas en todo el país, por lo cual es casi segura la continuidad de Kenyatta, para la tranquilidad imperial.

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