MIRAR(NOS): Acoso virtual

MIRAR(NOS): Acoso virtual
Fecha de publicación: 
11 Agosto 2017
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Ya Facebook supera los 2000 millones de miembros. De ese mundo virtual, donde compartimos lo que pensamos y vivimos, parece que nadie escapa. Los nuevos tiempos cargan con el mayor peso en cuanto a culpabilidad se refiere. Y las mayorías parecen haberle cogido el gusto a la publicación de intimidades.

Cuesta creer que tanto avance, ejemplificado hoy en las cuestiones tecnológicas, pueda provocar un daño tan grande que no está reñido con el peor de los males… la muerte.

Asombrado en un primer momento, el mundo leyó con dolor la noticia que circuló sobre la muerte de una adolescente argentina. Su nombre no viene al caso.

Los doce años de ella fueron insuficientes para parar en seco al acosador que se armó de un falso perfil, preparó una cita, la violó y finalmente la estranguló. Los padres de la víctima aseguraron que ella pasaba demasiado tiempo frente a la computadora, pero no creyeron que fuera algo tan malo.

Hace poco una conocida me comentaba que accedió a tomarse fotos íntimas para su novio, al fin y al cabo, seis años de relación vuelven cualquier cuestión entre ellos en pan comido, en gestos de compromiso según el criterio de ambos.

¿Compromiso? Le dije y le digo a Ud que lee, no está en consonancia con exhibicionismo ¿o sí? ¿Será que los nuevos tiempos exigen maneras novedosas de mostrar al mundo la verdad de un sentimiento? Si bien las fotos de ella aún no serán publicadas, de todo se ha visto bajo el Sol, espero para ella exista un final feliz.

No extremo mis comentarios. En absoluto. No hace mucho se corrió la bola de la pareja de un afamado deportista. El perdió su computadora portátil y allí se encontraban las fotos de la madre de sus hijos, tan sin ropa como vino al mundo pero con muchísima menos ingenuidad en el rostro.

La respuesta no se hizo esperar aunque quedó en el campo de la especulación. Algunos, los más optimistas, sugieren que la relación terminó por el peso de la vergüenza de él. Otros apuntaron al suicidio de la mujer. No sé a ciencia cierta cuál fue el desenlace.

Lo cierto es que no todos estamos preparados para los finales que se alejan de los cuentos infantiles. De niños aprendimos que las princesas y los príncipes nacieron para ser felices pero ninguno de ellos tenía Internet. Les exhorto a prepararse para vivir en el contexto hostil que impone tanta modernidad a “pululu”.

Porque ¡claro! Si la Bella hubiera tenido entre sus contactos a la Bestia, le habría avisado de la enfermedad de su padre, previa autorización la demora no hubiera causado ningún mal a su captor. De haber tenido Cenicienta el número privado del príncipe aseguro que se hubiera gastado los nueve centavos con tal de decirle su paradero y hasta pedirle que por favor, le recogiera la zapatilla de cristal.

Bueno, quizás tratándose de la Cenicienta, las hermanastras o la propia madrastra, entre tantos abusos la hubieran obligado también a transferirles todo su saldo.

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