Zoo (ilógico)

Zoo (ilógico)
Fecha de publicación: 
19 Julio 2017
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No. No voy a hablar de la teleserie «maldita», que dicho sea de paso, me gustó bastante, a pesar de algunos detalles. Voy a hablar del zoológico de verdad, ese mismo donde se filmó la novela, y donde mi experiencia no fue nada buena.

En primer lugar, le aconsejo al que lo haya pensado que no vaya al Zoológico Nacional por la entrada de Fontanar. Después que entras, ya sea en auto, a pie o en un coche de caballos, te encuentras con la parada de los ómnibus para los recorridos internos por el zoo.

Se supone que si hay una terminal (así dice la señalética), de ahí salga el transporte, pero no, sale de la entrada principal. En aquel lugar, a unos dos kilómetros de este, una persona es la encargada de distribuir las guaguas entre los dos puntos de salida.

Yo estuve más de una hora y media esperando en la entrada secundaria, porque muy de vez en vez mandaban algo, y aquello estaba repleto, lógico en un fin de semana de vacaciones. No las conté, pero por cada viaje que se dio desde donde yo estaba, había por lo menos cinco de la entrada principal. Supongo que por allá entran más personas, pero tampoco hay que exagerar, estoy seguro de que allí nadie se demoró tanto.

Antes de eso sufrí el primer golpe, aunque no me enteré hasta más tarde. El módulo de confituras. Contenido: un paquete de caramelos de la peor calidad, cuatro bombones y dos barritas de chocolate. Precio: 25 pesos. Para no alterarme apenas haber llegado, porque fue lo primero que hice mientras esperaba el ómnibus, ni pregunté lo que contenía la jabita en ese momento.

Cuando al fin logramos montarnos en la guagua, ya era pasado el mediodía. Por supuesto, no vimos ni a un solo felino. Apenas se vislumbraban unas patas que asomaban debajo de unas piedras. Si yo fuera león, seguro que tampoco iba a estarme paseando a esa hora con el sol que hacía.

Luego llegamos a la pizzería, y luego de hacer la cola, se acabaron las pizzas. Eran menos de las dos de la tarde. Por suerte también vendían allí espaguetis, y muy buenos que estaban, la verdad, así que reforzamos con eso.

Pero donde se colmó mi paciencia fue cuando unimos dos mesas para almorzar, y nos dijeron que no se podía. Éramos nueve, y ni siquiera con dos mesas nos podíamos sentar todos, pero ni así querían entender. Vino el trabajador número 1, y le explicamos la situación; luego vino el trabajador número 2, y le prometimos que volveríamos a poner la mesa donde estaba; y luego vino el trabajador número 3, dijo que su jefe lo iba a regañar. Le dije que buscara al jefe para que me diera al menos una razón lógica para obligarnos a quedarnos en una mesa que, además, estaba al sol. Cuando llegaron los espaguetis fui a buscar a los niños y cuando regreso, la mesa no estaba. El trabajador número 3 se la había llevado para su lugar, y mi hermana ya no tenía ganas de seguir discutiendo lo mismo. En resumen, se llevó la mesa, pero nosotros estábamos con las sillas, entonces no sé cuál era el objetivo.

Si fuera cosa de un día, quizás se dirá que me paso, pero usted que está leyendo y yo sabemos que esto es más común que la cerveza y los refrescos calientes en muchos establecimientos gastronómicos (allí no era la excepción).

Que conste que no he querido referirme a los particulares, con los tatuajes más caros del mundo, ni a los vendedores de juguetes, que tienen de todo menos libros, pegatinas o cosas similares relacionados con los animales.

Esos no son trabajadores del zoológico, seguro dirán los encargados, pero el 1, el 2 y el 3, sí. Por eso, de vez en cuando, vale la pena sacar este tipo de situaciones a la luz, a ver si, al menos por vergüenza, al que venga detrás no le hacen lo mismo.

Comentarios

Es verdad, no es fácil, ya con los problemas intransitables que nos tocan si o si cada dia, también sacar mal entendidos en un día de recreación, es la Copa que se colma. A mi la verdad como me gusta tanto el parque zoológico o más bien sus especies que dicho sea de paso son únicas en todo el país y algunas hasta en el continente no importa caminar. Es verdad que una caminata ahí es muy relajante porque es contacto directo con la naturaleza. Pero la verdad que sólo a un friky de animales como yo se le ocurre, porque la tirada desde ave boyeros hasta el corazón del parque está buena y dura. Y eso que ahora aunque sea están esas guaguas, pero antes todo era a pieruly puro. Yo no sé si el parque es fácil de visitar para personas muy desgastadas fisicamente o con algún tipo de discapacidad de locomoción. Porque para andar el zoológico hay que ser caminante.
isidro.91@nauta.cu

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