Rotterdam y Liga Can Am: Apuntes y fiasco en la mira

Rotterdam y Liga Can Am: Apuntes y fiasco en la mira
Fecha de publicación: 
1 Julio 2017
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En fin, si la primera incursión de una armada antillana dejó sinsabores y falencias al descubierto pese al global ligeramente positivo de 11-10, esta segunda cruzada puede calificarse de fiasco total.

El global de 5-16 habla por sí solo, pero ahora analizaremos otras variables. Comencemos por la ofensiva. La combinación en el papel de algunos hombres experimentados en las huestes de Roger Machado con talento novel descollante en el torneo sub 23 podía conferirle al elenco contundencia al bate. Eso, objetivamente, no sucedió.

De los experimentados, el tridente Yordanis Samón (289 producto de 26 hits en 90 turnos, 9 impulsadas, tres bases por bolas y 11 ponches), Yosvani Alarcón (423- 26 en 60, ocho remolques y 8 veces estrucado), y Juan Carlos Torriente (344-11 en 32, cinco fletadas) fue el más ajustado, eso sí, sin visible poder de largo alcance y con pobre efectividad impulsora, pues ninguno llegó a la decena de compañeros traídos al plato en 21 actos. De hecho, ningún jugador del plantel lo consiguió, pese a los globales aceptables de 290 de promedio, y 74 de las 87 carreras anotadas por la vía del remolque. Eso sí, la elevada cifra de 121 ponches, habla a todas luces de ansiedad en el home y poca capacidad de discriminación de lanzamientos.

Entre los de la nueva hornada, solo Guillermo Avilés pudo ligar sobre 300 (exactamente 318, un vuelacercas y cinco fletes, con 14 indiscutibles en 44 turnos), pues ni Víctor Víctor Mesa, ni Yoelkis Cruz, ni Ariel Martínez pudieron hacerse justicia. Tanto así que Céspedes fue despachado por la vía de los strikes en 25 ocasiones, Martínez solo empujó una hacia el plato, y Víctor Víctor, hombre que debe descollar por su tacto y capacidad para embasarse, únicamente compiló para 214.

Desde la colina de los martirios el performance fue mucho más criticable. Solo dos serpentineros pudieron soportar los embates de las ofensivas rivales y terminar por debajo de tres limpias. Hablamos de Leonel Gonzáles (una limpia en diez episodios para 0.90, cinco boletos, ocho ponches y un salvamento); y Frank Medina (2.54 en 17 y dos tercios, con cinco limpias, siete regalías y una decena de conducidos con el madero al hombro). El resto, independientemente de su rol dentro del staff, hizo aguas, al punto que el PCL colectivo fue de astronómicos 6.67, el Whip de espanto: 1.94, y la relación bases ponches nada decorosa (104-138).

Con esos truenos era de esperarse que los partidos que llegaban cerrados a las postrimerías se nos fueran de las manos, al punto de perder seis por una carrera, en tanto otros de inicio salíamos con desventaja abrumadora. Reza un adagio beisbolero que el 75 % de una victoria depende de un sólido trabajo desde el montículo. Los nuestros demostraron estar por debajo de ese axioma, además de no lanzar pegado, tener pobre o inefectiva distribución de los comandos, otorgar demasiadas transferencias, un mal perenne desde hace casi un lustro, en fin…

 A esos pesares debemos adicionarles errores técnicos en situaciones determinadas del partido, como mal corrido de bases, tiros errados al cortador o no a la base adelantada, demasiados balk (12); arbitraje que de nuevo nos llevó tenso en jugadas de apreciación y un forfeit de despedida que dejó mucho que desear, aun cuando la decisión arbitral haya sido, como lo fue de hecho, injusta. Ni Mario Vega, ni Roger Machado, ni Víctor Mesa, debían haber protestado de forma tan airada, ni perdido la compostura como lo hicieron en ese choque.

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Experiencias y lecturas de este segundo tránsito por la Can Am, hay muchas. Los números dicen o despejan variables, pero hay cuestiones asociadas a nuestro béisbol que se están convirtiendo en males de fondo…

Ese mismo conjunto viajó hacia Estados Unidos para desarrollar el tradicional tope frente a peloteros universitarios, pactado a cinco desafíos. Esperemos a ver si otro diluvio adverso no les cae encima, porque desde mi perspectiva, ese elenco norteño plagado de portentos que se desarrollarán luego en la MLB, puede que tenga incluso más nivel que las novenas enfrentadas en suelo canadiense.

ROTTERDAM, ¿MANZANA ENVENENADA?

Rotterdam, Holanda, me trae siempre gratos recuerdos. Solíamos mandar a ese torneo nuestra selección B, en tiempos en los que muy poco tenía que envidiarle a la armada élite. De hecho, buena parte de la decena de títulos logrados en 15 ediciones de torneos Interpuertos, se alcanzaron con esos elencos. Desde 1985 a la fecha la rivalidad ha crecido, y amén de ello se han podido acariciar seis coronas en las últimas siete incursiones.

Una novena de Cuba solo se ha ausentado del podio en la versión de 1993.
Nuevamente la fórmula ha sido la de conjugar hombres con experiencia incluso en Clásicos Mundiales como los receptores Frank Camilo Morejón u Osvaldo Vázquez con el empuje talentoso de Leonel Segura, Yoelquis Guibert y Jorge Luis Peña, todos sin kilometraje extra fronteras.

Los comandados por Vladimir Hernández tienen como único objetivo mantener la racha ganadora, el estado de gracia en tierra de tulipanes. Así, este sábado se materializará el debut en el Neptunus Familiestadion ante Curazao, el rival más débil del certamen en el papel. Después jugará en orden contra Japón (día 2), Taipei de China (3) y Holanda (4). El 5 de julio está reservado para un descanso general, y el 6 comenzarán los partidos decisivos.

De todos los oponentes y a juzgar por las plantillas, Holanda se perfila como el rival más rocoso, sin descartar a Taipei de China, con una nómina cuya base posee muchos jugadores del draft de la presente campaña universitaria hacia la Liga profesional teipeiana.

De vuelta a los anfitriones, poseen una decena de efectivos con experiencia en Clásicos Mundiales. Sobresalen los lanzadores Rob Cordemans o el zurdo Diegomar Markwell, comandados en esta ocasión por otro viejo conocido, Sidney De Jong.

Bajó su mando tendrá además al infielder Dwayne Kemp y el jardinero Chris Garia, y los serpentineros Mike Bolsenbroek, Jim Ploeger, Lars Huijer, Kevin Heijstek, Berry Van Driel y el gigantón de 2.16 metros de estatura, Loek Van Mil.

Pero el día cuatro de julio el terreno dirá la última palabra. Antes debemos seguir el desempeño antillano desde el mismo play ball ante los curazoleños, desafío para el cual Hernández ha designado como abridor al diestro Yoalkis Cruz.

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