Nueva especie endémica en la Patagonia chilena: la presa

Nueva especie endémica en la Patagonia chilena: la presa
Fecha de publicación: 
12 Mayo 2012
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Reconocido como uno de los espacios más ricos en naturaleza salvaje que quedan en el mundo, ahora la Patagonia también es escenario de una lucha amarga por la construcción de cinco presas hidroeléctricas que satisfarían una cuarta parte de la creciente demanda energética de Chile.

El proyecto HidroAysen, de 3.200 millones de dólares, incluye la construcción de tres presas eléctricas en el río Pascua y otras dos en el río Baker, en la región sureña de Aysen. Con ellas se inyectarían unos 2.750 megavatios de energía en la red nacional chilena.

El proyecto inundará 5.900 hectáreas. Transportar la energía a la capital, Santiago, requerirá construir una línea de transmisión de  1.900 kilómetros, con más de 6.000 torres de alta tensión.

No resulta sorprendente, pues, que los defensores del medio ambiente estén en pie de guerra. Han creado una plataforma que incluye a más de 60 organizaciones, entre ellas alguna de España y hasta de California, para luchar contra las presas.

“Esta parte de la Patagonia es uno de los pocos territorios en el mundo que aún es virgen, y alberga una enorme cantidad de biodiversidad”, asegura Matías Asun, responsable de Greenpeace Chile. “¿Por qué deberíamos de empezar a destruirla ahora si ni siquiera es necesario?”.

Ese planteamiento, que Chile puede salir adelante sin la energía de HidroAysen, está en el centro de la polémica.

Los ecologistas sostienen que el país debería de concentrarse primero en mejorar su eficiencia energética, y aseguran que se puede ahorrar más electricidad que la que genere HidroAysen. El gobierno insiste en que se necesitan las dos cosas: mejorar la eficiencia energética y también HidroAysen.

Todo el mundo coincide, eso sí, en que Chile necesita más fuentes de energía renovables, como la solar o la eólica. El gobierno ha establecido como objetivo nacional que en 2020 una quinta parte de su energía proceda de fuentes limpias.

Pero esas fuentes energéticas son muy fluctuantes, según argumentan los defensores de HidroAysen. Hasta que no haya mejor tecnología para almacenar energía, dicen, Chile tiene que explotar las fuentes de energía constante más limpias que tenga a su alcance.

Para esas personas, eso se traduce en el aprovechamiento de los ríos Baker y Pascua, cuyas aguas proceden de glaciares que se derriten y que tienen un caudal constante durante todo el año.

Según una portavoz de HidroAysen, María Irene Soto, la energía solar y eólica no puede suplir la demanda eléctrica actual de la pujante economía chilena, que crece entre un 5 y un 6 por ciento al año.

Se prevé que la demanda de energía crecerá un punto porcentual más que la economía nacional, lo que significa que el consumo eléctrico de Chile podría duplicarse a lo largo de la próxima década.

“No hay ningún misterio en todo esto. O bien es energía nuclear, de carbón, de gas o hidroeléctrica”, resume Soto. “Después de Fukushima, no hay ganas de nucleares, y el carbón y el gas generan emisiones de dióxido de carbono. Las renovables no son consistentes y son a una escala muy pequeña. Tenemos que apostar por la energía hidroeléctrica”.

El proyecto en la Patagonia es una joint venture entre las dos principales empresas del país: Endesa Chile y Colbun.

Entre sus defensores están el presidente Sebastián Piñera, un conservador empresario millonario, así como sus dos predecesores de centro izquierda, Michelle Bachelet y Ricardo Lagos.

Pero aún así parecen estar perdiendo el debate al respecto en Chile, en donde el 79 por ciento de la población se opone a HidroAysen, según una encuesta.

Muchos culpan a Piñera, cuyo índice de aprobación se ha desplomado al 23 por ciento. Desde que supervisó el exitoso rescate de los 33 mineros atrapados bajo tierra en 2010 el presidente ha pasado por episodios que han ido mermando su popularidad.

Piñera, que es la persona más rica del país, ha sido frecuentemente acusado de torpeza política y de no estar en sintonía con los chilenos de a pie.

Siguiendo su filosofía de libre mercado, el presidente chileno ha asegurado que el papel del gobierno no es tomar decisiones estratégicas sobre las necesidades energéticas del país. En lugar de ello, sostiene, el ejecutivo simplemente debe dedicarse a aprobar o rechazar el proyecto basándose en el informe de impacto medioambiental.

En mayo de 2011 cientos de manifestantes se enfrentaron a policías armados con cañones de agua después de que las autoridades gubernamentales comenzaran a dar pasos para permitir la construcción de las presas.

Los ecologistas llevaron el proyecto ante los tribunales. Pero a principios del mes pasado el Tribunal Supremo falló a favor de los promotores de las hidroeléctricas.

Pese a la enorme presión popular en contra, Piñera parece estar dispuesto a dar luz verde a HidroAysen. “La gente se merece más protección que los árboles”, ha declarado. “Estamos muy preocupados por la protección del medio ambiente, pero estamos mucho más preocupados por la salud y la calidad de vida de los chilenos”.

Sus declaraciones han provocado burlas por parte de los grupos ecologistas, que están preparando más protestas y se plantean unir fuerzas con el movimiento estudiantil chileno. Los estudiantes han logrado paralizar varias veces Santiago en los últimos 18 meses con manifestaciones reclamando un cambio en el sistema educativo.

“Es un suicidio político”, asegura Asun, de Greenpeace, sobre el respaldo de Piñera a HidroAysen. “Piñera querría volver a ser presidente cuando termine este mandato, pero eso va a ser imposible. Nadie en Chile cree que pueda tener alguna oportunidad”.

Ahora, tras años de planificación, HidroAysen puede que finalmente pase a ser realidad. Si lo hace, el presidente Piñera bien puede prepararse para más manifestaciones de ciudadanos indignados, como las que ya han marcado sus años en el poder.

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