American Curios: El rescate

American Curios: El rescate
Fecha de publicación: 
19 Junio 2017
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El espectáculo político está cada día más feo en todos los sentidos –ataque frontal contra los niños, el medio ambiente, los trabajadores, los inmigrantes, pueblos enteros al otro lado del mundo–, a veces tiene respuestas en las calles y en el mismo ámbito de la política formal, pero tal vez la respuesta más potente, la que rescata a todos, es la que se expresa en el ámbito cultural, desde lo más comercial a lo más exclusivo.

Más allá de la constante y feroz crítica ofrecida por los comediantes a la farsa del reino de Trump, en cines, teatro, conciertos y más, se ofrece un mosaico de denuncia, pero también de invitación a algo más noble. El compositor argentino Osvaldo Golijov comenta en el maravilloso documental Música para extranjeros (sobre el proyecto de la ruta de la seda de Yo Yo Ma) el momento en que el espíritu humano es asaltado por lo peor de la humanidad, casi siempre hay también una respuesta con lo mejor, con el arte, con la música, algo que llama "la venganza de la belleza".

A veces la respuesta cultural es explícita, en otros es indirecta y no necesariamente se entiende como "respuesta".

Una obra de teatro escrita hace unos cuatro siglos ha provocado un debate nacional comprobando que Shakespeare permanece como un artista sumamente peligroso para algunos en el poder en 2017. Julio César es representada cada noche en Central Park con un hombre que tiene todas las características de Trump, y cuya escena cuando es asesinado con la justificación de salvar a la república detona protestas y denuncias pro simpatizantes del presidente, incluido su propio hijo, y amenazas contra el Public Theater.

En Broadway está por abrir una adaptación teatral de 1984, de George Orwell, producción que se traslada de una temporada exitosa en Londres. Vale recordar que desde la elección, 1984 llegó al número uno en Amazon, y hasta se agotó durante un tiempo. Olivia Wilde, una de las actrices en la producción, declaró que el tema no es nuevo, pero con Trump asombra que tan precisa la visión de Orwell, señalando por ejemplo que el uso de la frase "hechos alternativos" empleada por Kellyanne Conway, asesora del presidente, para explicar una versión "alterna" del presidente de sucesos, es una frase directamente arrancada de esa obra.

Una nueva producción de Heartbreak House, de George Bernard Shaw, presenta al personaje central como un bulo patético en una peluca del color de Trump. Otra nueva obra de teatro llamada Building the Wall, de Robert Schenkkan, tiene a un Trump supervisando un escenario de campos de concentración de inmigrantes. En unas semanas llegará Michael Moore a Broadway, y promete un ataque frontal contra la Casa Blanca.

En el cine, la película más taquillera de tiempos recientes es La Mujer Maravilla, amazona cuya misión es poner fin a todas las guerras al batallar a los hombres macabros que las promueven, pero sin matar a nadie. Vale recordar que su creador, el sicólogo William Moulton Marston, indicó que su inspiración eran los movimientos de mujeres por el voto y por los derechos reproductivos, sobre todo la lideresa feminista Margaret Sanger –quien abrió la primera clínica de control natal y que eso evolucionó en lo que hoy es Planned Parenthood– organización que Trump y sus aliados quieren destruir junto con todo lo que representa.

Y hay grandes expectativas para el estreno de Black Panther en 2018, también basado en una figura de cómics, de hecho, el primer "superhéroe" afroestadunidense cuando apareció en 1966, que trata de un hombre bueno, y según los primeros cortos, también se abordarán temas de colonialismo y monarquía.

En la pantalla chica hay un sinnúmero de ejemplos de programas exitosos que van en contrasentido de lo que insisten es la era de Trump. Algunas series ya viejas ahora tienen renovada relevancia, como House of Cards, de Netflix (con Kevin Spacey y Robin Wright), o la comedia Veep de HBO. Todas se burlan del juego de tronos del rey de las pequeñas manos en Washington.

Y sigue siendo extraordinaria la artillería satírica constante desde los programas nocturnos de charla (talk shows). De hecho, lo que dicen cada noche algunos de los presentadores ya es una sección casi fija en varios medios nacionales, incluido el New York Times y el Washington Post. O sea, su feroz crítica humorística es noticia en sí. Stephen Colbert, Seth Meyers y Trevor Noah se pasan cada día de la semana haciendo lo que consideran la tarea de un bufón clásico, enfrentar al poder con la verdad. Una vez a la semana, John Oliver en Last Week Tonight (HBO) y Samantha Bee en Full Frontal (TBS) deshacen, destripan, a Washington, y a veces encabezan acciones mediáticas contra los poderosos. Por ejemplo, Oliver ha comprado espacio publicitario en Fox News, que es el canal favorito de Trump, y ha producido algunos comerciales para "explicarle" los efectos de algunas de sus políticas.

Por supuesto, la respuesta cultural sigue más ruidosa que nunca en los circuitos de la música, de Springsteen a Tom Morello; desde Green Day en el rock, hasta Drive By Truckers, en country, ni hablar de raperos (Nas, Kendrick Lamar) entre multitudes, o Steve Earle, cantautor folk-country, entre tantos más. Casi no hay un solo concierto en el cual no hay una referencia, una reacción, un gesto en contra de lo que representa lo feo en Washington. Algunos de ellos, junto con otros en este y otros países, se han sumado a la defensa de los inmigrantes, creando una ruta sonora de resistencia.

Y no hay espacio para abordar todo el mundo de escritores, que desde antes de la elección ya habían alertado y denunciado la oscuridad que representaban Trump y su gente, y que hoy son parte de la amplia respuesta, ocupando la misma trinchera que Shakespeare, Orwell y Shaw.

Son los rescatadores del país.

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