MIRAR(NOS): Consenso

MIRAR(NOS): Consenso
Fecha de publicación: 
16 Junio 2017
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La tesis o un viaje internacionalista son como un escalón previo, en primera instancia, porque pueden resultar la garantía casi absoluta de un techo propio.

Harina de otro costal cuando son los hombres quienes ya sienten el impulso de convertirse en progenitores. Nadie pondrá en tela de juicio que la prórroga femenina termina haciendo daño a la pareja, porque si no hay suficiente comprensión, puede ser que se busque afuera lo que no se tiene dentro. Y esta decisión puede conllevar a la debacle total de la relación.

Un amigo, mientras le comentaba el tema de hoy, me explica que muchos hombres necesitan probar su poderío «machísticamente hablando» cuando se ven multiplicados, repetidos en facciones o gestualidades de los más pequeños.

Como en los viejos tiempos, nosotras o tranzamos, o tranzamos, no hay variantes, aunque no en todos los casos. También conozco a los que esperan por sus parejas y, porque de todo hay en la viña, están también los que preparan sus mejores emboscadas para cogerlas en el descuido. ¡Claro! Ya esperar el fallo del otro es más bien un acto desleal y poco serio.

En este punto, seguramente hasta hoy había sido testigo de lo contrario, de cuando es la mujer quien tiene que ingeniárselas para que sea el marido quien piense más con la carne que la masa encefálica y allí mismo lanzarle la red.

Las más románticas entre nosotras defienden con ferocidad que una pareja no está completa hasta que no llega el hijo. Disiento, porque muchos logran la felicidad aun sin la presencia de un bebé, y no siempre porque hayan decidido poner pausa, sino porque la vida decidió por ellos sin consultarles cosa alguna.

Otras, que militan en el bando de las más combativas e intransigentes, pretenden retener a sus esposos mediante el nada persuasivo método de parir y parir, hasta que el cuerpo resista. Vuelvo a oponerme. La decisión de un hijo debe ser de ambos lados, es mentira que uno solo resulta el decisor porque la madre naturaleza nos haya dotado de los órganos capaces de sobrellevar por nueve meses o menos a una criatura en formación que, sépanlo, reconoce ambas voces: la de papá y mamá.

Un hijo tampoco pone en pausa los deseos y apetitos de la pasión. Hay que buscar el momento más propicio para rescatar, que no es lo mismo que regatear o mendigar cariño.

En una pareja, todas las decisiones deben ser llevadas a la mesa de diálogo o a la cama del entendimiento, según sea el caso o la circunstancia.

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