Colombia: Por un acuerdo real, no cosmético

Colombia: Por un acuerdo real, no cosmético
Fecha de publicación: 
11 Junio 2017
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Mientras las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) cumplen estrictamente con los pasos para la entrega de armas a representantes de Naciones Unidas, no hay una mano fuerte oficial que detenga los desmanes paramilitares, en tanto fuerzas policiales y del ejército se dedican a reprimir las numerosas protestas de reivindicación social.

El grave peligro en que se encuentra el proceso de paz, unido a la crisis política, social y económica que atraviesa Colombia, puede echar por tierra todo lo conquistado con la sangre de decenas de miles y miles de colombianos.

Lamentablemente, el actual gobierno, que había dado el paso al frente para negociar con las guerrillas, se limita ahora a incumplir el acuerdo y hacer oídos sordos a las demandas y peticiones de las comunidades.

La frase preferida de Santos es que no hay recursos o que ya se están ejecutando las obras y planes; sin embargo, en las regiones rurales y las ciudades el hambre arrecia, la precariedad laboral azota a los jóvenes y los territorios se siguen entregando a los monopolios transnacionales, al tiempo que se detiene, asesina y desplaza a los líderes sociales.

El Papa quizás no llegue a visitar la zona del país que bordea el Océano Pacífico, pero desde hace semanas allí el pueblo del Chocó y otros lugares han salido a las calles y enfrentado una represión que arroja centenares de heridos por armas de fuego y granadas de gas lacrimógeno y un gran número de detenidos.

En el Chocó el pueblo desactivó momentáneamente las protestas al lograrse la atención del gobierno, que prometió la inversión en vías, agua, energía y hospitales. Sin embargo, en las comunidades hay desconfianza total.

Los trabajadores estatales y el magisterio han presentado un pliego modesto, que intenta recuperar los ingresos y recuperar la inversión social en salud y educación de calidad, ante lo cual el gobierno responde nuevamente que no hay recursos.

En Barrancabermeja, trabajadores y comunidades exigen que se fortalezca la refinería, única fuente de trabajo de la región del Magdalena Medio. En municipios y ciudades las comunidades adelantan ejercicios de participación directa con las consultas ambientales y por la revocatoria de los malos gobernantes, como es el caso de Bogotá.

En este contexto, organizaciones progresistas reunidas en el Congreso de los Pueblos consideraron  que lo que falta es “voluntad y soberanía. La voracidad de los capitalistas nacionales y extranjeros, a la cual responden los gobiernos de turno, no da  lugar para la inversión social, ni para generar empleo digno, ni para proteger el agua y los páramos, ni para dignificar a los y las docentes, ni para cumplirle a la Cumbre Agraria, ni siquiera para cumplirle los acuerdos a la insurgencia”. Y destaca:

“Santos habla de paz y le da tratamiento de guerra a la protesta social. Hay una profunda contradicción en momentos en que amplios sectores de la sociedad ven en los cambios y transformaciones sociales y económicas un camino para alcanzar la paz”.

Y es que el problema que sucede actualmente en Colombia es que la lucha desarticulada, sin coordinación, no logrará vencer la falta de voluntad y el guerrerismo, ni podrá obligar a hacer los cambios que el país necesita.

O sea, en todo esto falta coordinación para que el esfuerzo no caiga en vano, y eso se logra con la unidad de todos. Así se conquistará  la verdadera paz, no una cosmética.

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