MIRAR(NOS): Límites

MIRAR(NOS): Límites
Fecha de publicación: 
26 Mayo 2017
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En algún momento indeterminado la gente siente que ha llegado al límite. No confundir con la culminación y/o materialización de un sueño. Por esta vez el límite alude al cansancio, al disgusto que resulta de tanto andar lidiando. Con diferentes excusas, no delimite cuáles sus límites, y en definitiva, cada una de sus experiencias le convirtieron en lo que es hoy.

Algunas personas pueden menos que otras. Son fáciles de reconocer en el fragor de la batalla.

Conozco la historia de dos semillas expuestas al sol en la fértil tierra primaveral. Una dijo: “Tengo miedo de crecer y que mis raíces toquen el subsuelo. Tengo miedo a convertirme en algo de lo que no tengo ahora mismo ni idea, tengo miedo de mañana y de ahora mismo”.

La otra semilla dijo: “Quiero crecer, quiero convertirme en algo diferente a lo que soy hoy, quiero llegar a ser importante para alguien no importa para quien, quiero que hablen de mi fruto, y de lo buena semilla que alguna vez fui”. Y creció y todos sus sueños se cumplieron. La primera quedó en semilla y fue tragada rápidamente por una gallina que por allí pasaba.

Moraleja: Los que se rehúsen a crecer, serán tragados por la vida.

“Pero periodista, no todo se trata de crecer hay momentos en lo que sinceramente los hombros se cansan y la vida se viene encima”. Es cierto, lo declaré desde la primera oración. No puedo disentir pero no comprendo porque a algunos les cuesta más trabajos que a otros cuando son portadores de las mismas oportunidades para cambiar las realidades más complicadas.

Por supuesto, no todas las personas son cortadas con la misma tijera, tampoco somos parte del mismo molde. Esencialmente sí, pero nuestras diferencias son las que hacen del mundo un lugar más divertido, más lleno de colores.

Poder o no poder no es cuestión de leer esta columna cada viernes o de sentarse a escribir un manual que luego sea multivendido por los mercaderes de la vida fácil y comprado por aquellos que creen tenerla más complicada que nadie. Fíjese, no digo que no exista razón para aquellos agotados. La historia de la semilla va directamente con los que se niegan al cambio, porque los cambios no siempre son tan malos. Siempre alguien gana y alguien pierde.

Más cerca de los 30 que de los 15, algo he aprendido. Lo que no mata hace más fuerte, es más que un axioma, debiera ser una ley de vida para que no se asusten quienes se encuentran al límite, al borde de un precipicio, faltos de ideas o nubladas ellas.

Y también algunos (sobre) viven en el escarnio a los demás, por no sentarse a llorar sus propios defectos, la encuentran más fácil cuando la emprenden con el otro.

Los que se quejan no crecen y al final del día dicen: “Uf, que rápido se fue y yo con tanto pendiente. Mañana será otro día”. La calma, la pausa, son sus mejores aliadas.

Suerte que vuelve a llegar otra mañana, es además y por encima de todo, la oportunidad de una nueva jornada. Para resolver lo pendiente pero nunca para sentarnos a llorar sobre los problemas.

Los límites son barreras mentales, fronteras que únicamente nosotros imponemos pero también toca a cada uno derribarlas, desterrarlas para siempre.

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