Carlos Luis González: No hay personajes pequeños

Carlos Luis González: No hay personajes pequeños
Fecha de publicación: 
30 Mayo 2017
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Se le distingue por su entrega a cada uno de los personajes que afronta, sea durante meses en una popular serie televisiva, en una pieza teatral de hora y media o en un cortometraje de apenas unos minutos…

¿No hay personajes pequeños para ti?

"Ninguno, ninguno. Yo siempre pongo, por ejemplo, a mi actor cubano de cabecera, la persona que siempre he tenido ahí como paradigma, que es Reynaldo Miravalles. Él trascendió a la historia de la actuación en este país con una frase tan sencilla como: “Alberto Delgado Delgado, cará, tú eres del G2”; él trascendió a todo con un texto, entonces no hay personajes pequeños. En la medida que tú te comprometes con tu personaje, con tu trabajo; le entregas todo; te responsabilizas con lo que estás haciendo; en esa medida es como un efecto bumerán, eso mismo va a regresar después a ti".

Y en lo personal, ¿cómo logras llegar a tus personajes, hacerlos creíbles para el público?

“Hay muchas tendencias, métodos, teorías sobre la actuación, sobre cómo llegar a los personajes. Yo siempre he pensado que la teoría te puede facilitar un poco el camino hacia esa meta, que es que finalmente un personaje cobre vida, pero yo soy de los que pienso que hay una sola forma de actuar. Para mí hay una sola forma de darle vida a un personaje y es entregarte, porque quizás por un camino encuentres la psicología, por otro camino encuentres la postura, por otro camino vayas encontrando ese mundo interior, los antepasados del personaje, pero si tú no eres capaz de abrirte, dejar que el personaje llegue, se apodere de ti, tome control de ti, aunque después tu tengas la capacidad de poder mesurar y controlar a ese personaje, no lo vas a lograr nunca.

“Yo soy de los que me entrego, me gusta indagar mucho sobre el personaje: de dónde viene, qué hizo antes de llegar a este primer plano de la película, de la serie o de la obra, quién es, cuál es su familia, por qué su primer texto. Soy de las personas que me gusta investigar sobre esas cosas. Quizás fue un poco por la formación que tuve en un principio en mi camino como actor aficionado, quizás fue por mi formación ya profesional cuando pasé por el ISA. Siempre me gusta agradecerles tantísimo a Alexis Díaz de Villegas y a Fernando Hechavarría, mis profesores de actuación, que me enseñaron a ver mucho más allá de lo aparente y, sinceramente, te digo: para mí los personajes llevan la misma responsabilidad, de dos minutos, de dos horas, de un año…

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¿Sientes un cariño especial por alguno de los que te ha tocado encarnar?

"Hay muchos personajes que van dejando huellas, pero el personaje de Alex en UNO a mí me llevó mucho tiempo encontrarlo, me costó encontrar la verdadera psicología de ese personaje, que aparentemente pudiera ser muy duro, pero detrás hay una sensibilidad que es mucho más fuerte que él. Vive todo el tiempo detrás de la máscara del uniforme, cuando en el fondo sigue siendo un muchacho del Cerro que quiso tal vez ser jugador profesional de ajedrez, y quizás se esconde detrás de todas estas cosas, quizás por eso es tan duro en ciertos momentos, quizás por eso es tan sensible en otros, y Alex realmente a mí me tocó mucho.

"También mi personaje de la obra Mecánica. Es que el teatro, el teatro es algo que…"

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¿Sin palabras? Contrario a lo que suele suceder, tú llegaste primero al cine y ahora ¿te has enamorado del teatro?

Imagínate… llegar al teatro, trabajando con Carlos Celdrán, con un grupo como el que él tiene, con un texto de Ibsen, adaptado por Abel González Melo, vaya, pedir más no es posible. Fue mi primera puesta ya profesionalmente, como cabeza de ese espectáculo, y al principio le cogí miedo, porque decía: yo aquí no voy a dar pie con bola con esto nunca; porque cuando me paré por primera vez en el escenario y de pronto Celdrán, que estaba sentado a cuatro metros de mí, me decía que no me oía y no me entendía, yo pensaba: esto no puede ser… Claramente no me podía oír ni entender, porque después de quince años de carrera trabajando para un micrófono, llegar y trabajar para una sala donde la voz viaja sola, o no viaja, si no eres capaz de hacerla que viaje… Fue complicado; sin embargo, no sé si fue la oportunidad de trabajar con Carlos Celdrán, que para mí es lo más grande dentro de la dirección de actores, el hecho de poder compartir con esos colegas que son todos brillantes, pero yo te digo: para mí el teatro ahora mismo es una prioridad, aunque suene cursi, me pueden enterrar arriba de un escenario, me pueden coger 80, 90 años sobre unas tablas, pueden venir setenta mil premios, me pueden dar un Oscar y voy a seguir haciendo teatro…”

¿Entonces dirías que ahora mismo prefieres el teatro sobre otros medios?

Tengo cierta bronquita armada entre el teatro y el cine, tengo ahí mi lucha de demonios y te digo: mientras tenga la posibilidad de hacerlo todo, lo voy a seguir haciendo.

¿En qué te basas para escoger o aceptar un personaje?

Lo primero en lo que pienso es en lo que ya he hecho, lo segundo es la historia de este personaje: a veces, puede ser aparentemente la más sencilla del mundo y tú darle vida a esa sencillez y convertirla en una gran complejidad. Sinceramente, no escojo mucho, lo que busco en mi cabeza es cuán complejo se puede convertir el personaje y de hecho, es una de las cosas que más disfruto cuando trabajo: ver hasta dónde se le puede enredar la vida a esta persona. Yo siempre tengo que partir de mí, de mis esencias, de mi experiencia…

Has dicho que te consideras un actor popular, pero no famoso. ¿Por qué?

“La fama, te lo digo sinceramente, es algo para lo cual yo no trabajo. Yo trabajo para que cuando la gente llegue a su casa, a una sala de teatro o a un cine, pueda desconectar de su realidad; es el único objetivo de mi trabajo, que la gente pueda desconectar, sacar el plug y dejarlo afuera, que se pueda conectar con la historia que nosotros queremos contar. Ahora, que de ahí las personas te reconozcan tu trabajo, que te tomen afecto, cariño, estima, te valoren, eso es una sensación divina. Hay gente que vive para la fama, para los medios, para ser portada de revista; a mí me da igual; mientras yo tenga la posibilidad de seguir haciendo mi trabajo, de que la gente me siga aceptando con el cariño que me acepta y que me acoge en todos los lugares, yo soy la persona más feliz del mundo…”

¿Has pensado en dirigir?

“Estoy desde hace algún tiempo dándole vueltas en mi cabeza a ver de qué forma me puedo sentar y ver la posibilidad de contar aunque sea una historia, empezar quizás por un corto y ver qué tal, porque a veces uno es pretencioso y cree que puede, y la realidad después es otra. Quisiera probar, sobre todo porque me gusta mucho el trabajo de poder dirigir a los actores; me encantaría probar a ver qué pasa”.

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