Leyes antipiratería y desempleo

Leyes antipiratería y desempleo
Fecha de publicación: 
8 Mayo 2012
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En días pasados, la Corte Suprema británica determinó el bloqueo legal del sitio The Pirate Bay, uno de los más populares para la descarga de archivos en todo el Orbe. Sin embargo, la noticia no trajo la misma expectativa mediática que la del cierre de Megauploud, con la cual el despliegue publicitario, de conjunto con el consabido operativo policial de marcado tono espectacular, lanzaban una amenazante advertencia a quienes suponían cierto el cuento de la socialización de contenidos a través de Internet. Firmas de telecomunicaciones como Sky, Everything Everywhere, TalkTalk, O2, Virgin Media o BT, que se ven directamente afectadas por la medida, se han dispuesto a cumplirla, al menos formalmente y con relativa premura.

Paralelamente, el Departamento de Comercio de EEUU retiraba a España de su lista negra de países que promueven la piratería en Internet, gracias a la aprobación de la impopular Ley Sinde, o Ley antidescargas, con la cual una denuncia de uso de contenidos puede llevar al cierre de la pagina y medidas punitivas sobre los usuarios. Para no ser menos, el Informe anual Special 301, del Departamento de Comercio estadounidense, deja la advertencia al Estado español acerca de su permisividad en el caso de la compartimentación de archivos P2P, es decir, entre usuarios interconectados entre sí. Así, queda más claro que no se trata de protección intelectual, sino de cobro por los derechos intelectuales obtenidos por monopolios y empresas de la industria cultural.

De igual modo, el Departamento de Comercio de EEUU continuó colocando en su lista negra de “vigilancia prioritaria” antipiratería a países como Rusia, China, Venezuela, Chile, Indonesia, Pakistán, Tailandia, Argelia, Ucrania y, curiosamente, Israel. Y agregó a su fila de vigilados a Canadá, la India y Argentina. Tampoco la noticia tuvo mayores consecuencias. La búsqueda del dominio comercial de todo cuanto se comparta en la web, aunque se haya pagado ya el producto, se ha estado gestando desde diversos puntos de vista, desde el peligro de ataque de potencias extranjeras, en franca consecución de Guerra Fría, pasando por la usurpación del ecosistema, hasta la presunta protección del derecho de propiedad intelectual.

Lo llamativo en esta ocasión se produce a partir de la coincidencia de ambos casos en el argumento lid de sus medidas: las supuestas pérdidas de empleo que se generan por causa de lo que han calificado como piratería. El representante comercial estadounidense Ron Kirk resaltó la significación del Informe de este año debido a que, según aseguró a las agencias de Prensa, “las industrias intensivas en el uso de propiedad intelectual apoyan hasta 40 millones de empleos en Estados Unidos y hasta el 60 por ciento de las exportaciones estadounidenses”. De igual modo, tras la aprobación de la Ley del Parlamento británico que exige el bloqueo legal del sitio The Pirate Bay, el director de la Industria Fonográfica Británica (British Phonographic Industry) declaró que sitios como este “destruyen puestos de trabajo en el Reino Unido y socavan la inversión en nuevos artistas británicos.”

Y no es baldío el argumento, desde luego, pues lo que en estos momentos convulsiona a la ciudadanía del mundo desarrollado es el alto índice de desempleo. La tasa de desempleo española, a la vuelta del primer trimestre de 2012, era del 24,44%, con 5.639.500 de trabajadores parados, más alta aún que la de Grecia, que alcanza el 21,8%. La del Reino Unido llegó al 8,4% en ese periodo, en tanto la de Alemania acusaba el 7,2 % y la de EEUU el 8,3%. La tasa europea de desempleo llegaba al 8,9%. Como se sabe, estos índices se toman a partir de los reportes de paro de quienes solicitan empleo, por lo que es evidente que las cifras reales son muy superiores, dada la falta de esperanzas que esas mismas oficinas empleadoras generan.

Por tanto, se ha dejado en un segundo plano el argumento de la defensa nacional, para acudir al del empleo, haciendo creer que el dominio comercial de los derechos de propiedad intelectual va a generar nuevos puestos de trabajo, con oportunidades para los artistas en ascenso, y, lo que es más falaz, que la llamada piratería —intercambio gratuito de archivos que ya fueron costeados por uno o más usuarios— es una causa determinante de los escandalosos índices de desempleo. El trabajador, que es apenas libre de vender su mano de obra al empleador, debe creer que es justo que se le cobre su disfrute individual aunque esa producción haya sido ya pagada. La suplantación capitalista reivindica de ese modo su carácter explotador y, de paso, le da el esquinazo a un importante punto en el asunto de las restricciones que esas leyes buscan: el control predecible sobre las disidencias de peso en el dominio global.

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