MIRAR(NOS): Familias cubanas, sin catarsis ni cataclismos

MIRAR(NOS): Familias cubanas, sin catarsis ni cataclismos
Fecha de publicación: 
15 Abril 2017
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Bien sea para otros o para nosotros mismos, la condición humana es una condición de apariencias. De manera que por dentro puedes estar muriendo y exhibir una flagrante sonrisa.

 

Ahora me pongo a recordar que en mi preuniversitario, de los 30 estudiantes, más de la mitad éramos hijos de padres divorciados. Se veían lindos los padres llegando de dos en dos en los días de visita, pero mami y yo hacíamos tantas cosas.

No piense que soy conformista. Siempre me he considerado una rebelde con causa, sin que ello afecte a nadie. Simplemente, las familias monoparentales son tendencia y nadie puede sentirse lastimado por provenir de esta nueva versión.

 

Antes, en los años de mi abuela, era menos usual. Las mujeres, en su rol subalterno, aguantaban mares y desmanes. Ahora, la independencia de nosotras y la ardua lucha por la igualdad genérica nos han convertido en seres más fuertes frente a cualquier inclemencia.

 

En Cuba, las causas principales de monoparentalidad tienen que ver con el divorcio, aunque también con la viudez, la emigración, la privación de libertad de uno de los cónyuges y el cumplimiento de misiones internacionalistas o contratos de trabajo.

 

Otra de las variantes más frecuentes, sobre todo en arenas internacionales, son la adopción y la reproducción asistida cuando el donante anónimo forma parte de un banco, de esos sui géneris, de los que acopian semen.

 

Aquí es bastante usual ver a los abuelos involucrados en la crianza de los nietos. Incluso antes del decreto-ley 234, muchos con beneplácito resolvían ayudar a los hijos en el difícil trance de formar a los infantes. No siempre los jóvenes padres agradecen ese «favorcito». Porque lo bueno es que los cuidados son esmerados debido al cariño que se profesan entre ellos (abuelos-nietos), pero el dilema es cuando los abuelos permiten más de lo debido.
 
Lo que uno invierte en un niño, de cualquier forma, tiene el mismo efecto de un bumerán. El tiempo perdido no es tan perdido porque formar al hombre del mañana conlleva horas, y también la cachaza suficiente para hacerlo de la mejor y más hermosa manera.   

 

Ser hijo o padre no sigue un manual de instrucción. Como muchas cosas, es a prueba de fallos, y se va perfeccionando en la misma medida en que se va siendo. No hay manera de hacerlo, de primera y pata, 100% bien. Lo más importante es asegurar el bienestar de la criatura; todo lo demás, deviene hojarasca.

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